Las trampas son tan antiguas como el propio deporte. Y cuando las normas están claras hay competidores que prefieren los atajos.
Rosie Ruiz se propuso correr una de las carreras más míticas de la historia. La maratón de Bostón. Era el año 1983. No sólo ganó la prueba sino que lo hizo bajando en 25 minutos su mejor marca. Cruzó la meta exhausta, claro que luego se descubrió que el 80 por ciento del recorrido lo había hecho en metro.
Yeso en los guantes
Engañó a todos, aunque no hiciera daño a nadie. Todo lo contrario que Luis Resto. Boxeador puertorriqueño que, cegado por el ansia de fama y dinero, cargó sus guantes de yeso para la pelea contra Billy Collins. Casi lo mata. El padre de su rival se dio cuenta justo al final del combate.
Un tramposo, conocido también por sus siete anillos de Superbowl, es Tom Brady. Cuando todavía estaba en los Patriots se descubrió que mandaba desinflar los balones de sus partidos porque para él era más sencillo agarrarlos, pago la multa y la sanción.
El portero danés Kim Christensen también fue de listillo y le pillaron. Una vez que los árbitros revisaban su portería, el sacaba los postes la hacía más pequeña. La televisión desveló el truco.
Escondido en la niebla
Hay muchos más, entre ellos Sylvester Carmuche. Un jinete que se escondió en la niebla quieto y parado, para entrar por la línea de meta el primero sin haber participado en la carrera.
En nuestro país siempre se recordará la selección campeona del oro paralímpico en Sidney 2000. Arrasaron, pero de 12 jugadores, diez no tenían ninguna discapacidad. Lógicamente nos quitaron la medalla.
