Si se produjera un seísmo de más de cinco grados en nuestra ciudad, las calles históricas no resistirían. Los edificios antiguos de la capital, por su propia composición a base de madera y ladrillo, podrían derrumbarse.
Además, muchos elementos ornamentales y cornisas de estos edificios se desprenderían y caerían a la vía pública, con el peligro que conllevaría para los transeúntes y vehículos.
La capital cuenta con 3.600 edificios construidos antes de 1900 y ninguna normativa exige algún parámetro para ajustar los edificios a un movimiento sísmico.
Afortunadamente el riesgo de seísmos en Madrid es muy bajo, aunque todavía recordamos el temblor que pudimos sentir los madrileños el año pasado por un terremoto que tuvo su origen en Albacete.
El mayor terremoto del que se tiene constancia en la Comunidad, tuvo lugar en San Martín de la Vega en el año 1954 y alcanzó una magnitud de 4 grados en la escala Richter.