Valle-Inclán y Echegaray, grandes autores y enemigos acérrimos | ARCHIVO
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Quien crea que el revanchismo exacerbado tiene en el deporte caldo de cultivo y terreno de juego es que no conoce algunos de los enfrentamientos más sonados en el Madrid de los literatos.

El más recordado tal vez sea el de Luis de Góngora y Francisco de Quevedo. Quevedo, bebedor; Góngora, jugador empedernido. Autores elevados pero con algunas miserias más allá de los celos y las burlas.

Góngora, entre ripio y ripio, apostaba y se dejaba su patrimonio. Llegó a perder su propia casa. ¿Y quién acabó comprándola para mayor escarnio?. Pues su mayor rival personal y literario, Quevedo.

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Otra enemistad manifiesta es la del alcalaíno Miguel de Cervantes y el madrileño Lope de Vega. El autor de El Quijote ansiaba la fama del prolífico autor teatral y este desdeñaba las incursiones de Cervantes en el género.

Ambos mantuvieron su rivalidad sobre las tablas y fuera de ellas. Pero ambos acabaron siendo inmortales. Uno como Fénix de los Ingenios y el otro por haber creado al Ingenioso Hidalgo y con él el género novelesco.

Pero si hay un ejemplo de rechazo extremo es el del gallego Ramón María del Valle-Inclán y el madrileño José Echegaray, premio Nóbel en 1904.

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Valle-Inclán siempre se refería a Echegaray como 'el viejo idiota'. De hecho, cuando tenía que cartearse con un amigo que vivía en la Calle de José Echegaray siempre ponía en el sobre Calle del Viejo Idiota...y las cartas llegaban a su destino.

En cierta ocasión, Valle-Inclán enfermó y precisó de varias trasfusiones. Echegaray se presentó en el hospital como donante, pero Valle-Inclán rechazó su sangre porque estaba "llena de gerundios".