Atesora historia y patrimonio, es atractivo cultural y turístico, pero lo mejor siguen siendo sus vecinos
Nuevas familias, nuevos negocios, sedes universitarias junto al Rastro y sus famosos puestos y caracoles
REDACCIÓN
La Latina es una parte del centro de Madrid que algunos insisten en llamar barrio aunque formalmente no lo sea. Es un trozo del Barrio de Palacio en el Distrito Centro de la capital.
Hechas las presentaciones, está claro que es un pedazo del corazón de la ciudad que atesora buena parte de su historia pasada y reciente y que no ha sido ajeno a los cambios en los modos y maneras de vivir que han sufrido otras zonas de Madrid.
La Latina es La Cebada y su mercado, es El Rastro, es el Madrid medieval con sus calles serpenteantes y sus Cavas, es San Pedro El Viejo y San Andrés, es La Paloma y sus fiestas. Es todo esto y mucho más.
Pero sobre todo La Latina es su vecindario, sus gentes que viven, estudian y trabajan aquí y también quienes acuden como turistas ocasionales o como asiduos de sus establecimientos muy especializados o sus bares y restaurantes de renombre.
MUCHOS NIÑOS POCOS PARQUES
La Latina no ha quedado al margen del fenómeno de la gentrificación que se vive en otras zonas de la capital. Nuevos vecinos y nuevas actividades han ido sustituyendo o reponiendo a los que partieron o cerraron.
Una buena manera de ver parte de la revitalización es, por ejemplo, asistir a la salida de las clases en el Colegio Público Nuestra Señora de la Paloma. Un centro situado entre la Calle de Tabernillas y la Carrera de San Francisco.
Frente al colegio está la Plaza de los Carros, un espacio que sirve de desahogo para padres, madres y escolares. Lugar de merienda, de encuentro y de juegos antes de regresar a casa.
La Calle Tabernillas permanece cortada a diversas horas del día para facilitar y hacer más seguro llevar y recoger del cole a los niños y niñas.
Nuevas familias han decidido instalarse en La Latina. Sin embargo la oferta de parques y zonas infantiles puede que no sea suficiente. La Plaza del Campillo del Mundo Nuevo o los Jardines de las Heroínas de Sálvora son de las pocas áreas que ofrecen juegos y otras instalaciones para diversos tramos de edad.
La 'ciudad de los 15 minutos' es un término que tiene bastante tiempo pero que ahora parece haber sido descubierto por algunos. Tener tu trabajo, tus compras, el colegio de los críos y hasta el médico a 15 minutos de casa es un imposible para parte de los madrileños. Y sin embargo, en La Latina es una realidad para muchos.
Vecinos emprendedores han subido el cierre de locales en desuso para convertirlos en lugares de trabajo colaborativo, galerías de arte, centros de estética o tiendas de productos sostenibles.
La sucursal bancaria de la Calle de San Millán es ahora una escuela de actores, el ultramarinos ahora vende productos regionales y la tienda de compraventa de discos de vinilo y clásicos del cine sigue abierta entre dos bazares.
Incluso algún comercio de los de toda la vida ha decidido aprovechar para renovar su escaparate. Junto a pijamas, ropa interior y guayaberas ahora se muestran gorros de baño, gafas para nadar y bañadores por la proximidad de la nueva piscina del polideportivo de La Cebada.
Dentro de las transformaciones de uso que han llegado a La Latina destacan la llegada de las universidades. La Carlos III de Madrid (UC3M) al antiguo Mercado de Pescados y Mariscos de la Puerta de Toledo, un enorme espacio que languidecía desde los años 80 del siglo XX sin un destino claro.
Ahora la UC3M tiene en esta sede de la capital un importante campus en el que imparte decenas de títulos de posgrado de Ciencias, Ingeniería, Humanidades o Economía entre otras áreas académicas.
Y la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) ha transformado la corrala de la Calle de Carlos Arniches en el Centro Cultural La Corrala. Alberga en su interior el Museo de Artes y Tradiciones Populares y es un espacio que ofrece actividades de la UAM pero también abierto a la participación de la ciudadanía.
DE LAS CALLES DE LA LATINA Y OTROS LÍOS
La Calle de la Cebada es pequeña, apenas unos 50 metros de largo, pero es milagrosa. Porque de este topónimo a espaldas del antiguo mercado de abastos se crea toda una plaza que es más calle que plaza y que a su vez se convierte en varias plazas más.
No es un trabalenguas, ni un juego de despistes. Es lo que es. La Plaza de la Cebada, la de la boca de metro y el Teatro La Latina, se hace vía para abrirse más adelante en la Plaza Puerta de Moros y en la Plaza de los Carros, incluso habría otra más, la Plaza del Humilladero que, siendo nombres distintos, son un ensanchamiento de la misma vía.
A partir de la Plaza de los Carros el callejero ya se tranquiliza y se unifica en la Carrera de San Francisco, no sin advertir que en apenas un metro de fachada encontramos dos rótulos distintos con 'La Cebada' como plaza y como calle.
Otra curiosidad con el nomenclátor de esta parte de Madrid nos lleva a la Calle de López Silva, coautor junto a Fernández Shaw del libreto de la zarzuela La Revoltosa, musicada por Ruperto Chapí.
José López Silva tiene su propia calle pero su placa de homenaje está en la Cava Baja porque aquí estuvo la casa donde vivió.
Otra digna de comentario es la Calle de Don Pedro (por Pedro Álvarez de Toledo). Destaca el caserón que alberga a la Real Academia de Ingenieros, pero si avanzamos por esa acera, en el número 6 hallamos la placa en recuerdo de la casa del poeta madrileño de la Generación del 27 Pedro Salinas, otro ilustre alumno del centenario Instituto San Isidro enclavado en el barrio.
Vecina de Pedro Salinas fue María de los Ángeles López Segovia, más conocida como Lina Morgan, vedette, actriz de cine, teatro, musicales, radio y televisión.
Ella nació en el número 4 de la Calle de Don Pedro, una lápida da testimonio de ello, y de ahí saltó a la fama para finalmente hacerse con la propiedad del Teatro La Latina.
LAS CASAS MÁS BARATAS DE MADRID
Y es que por este 'no barrio', ha pasado y sigue pasando medio mundo. Casi no le falta de nada a La Latina. Por tener tiene hasta su propia Calle de la Sierpe. Las 'Sierpes' de Sevilla son las más famosas, pero esta de la capital tiene una historia tremenda.
Es un relato entre la leyenda urbana y el imaginario vecinal que mezcla una fuente con forma de serpiente, un motín de esclavas negras maltratadas, una maldición para los descendientes y la etiqueta de haber tenido durante un tiempo las casas más baratas de todo Madrid.
¿LATINA, INCLUSA, ARGANZUELA?
Ya sabemos que el 'barrio' de La Latina no es tal sino una parte del de Palacio. Pero durante un tiempo fue parte del desaparecido Distrito de Inclusa y en plena Ribera de Curtidores estuvo la Junta de Distrito de Arganzuela...todo un lío que aclaramos con un fabuloso edificio.
El palacio neobarroco de la Ribera de Curtidores 2 es obra de Francisco Javier Ferrero, el mismo arquitecto que creó el Mercado de Pescados de la Puerta de Toledo convertido ahora en sede universitaria.
Los usos del palacete han sido varios a lo largo de su ajetreada vida. Nació como Tenencia de Alcaldía del Distrito la Inclusa, que incluía el Barrio de Lavapiés.
Ha sido sido Casa Municipal de Socorro, Junta Municipal de Arganzuela, juzgado, y sede actual de la Escuela Mayor de Danza y de organizaciones como Mensajeros de la Paz.
En el lugar que ocupa el edificio de Ferrero estaba antes el Matadero del Cerrillo del Rastro, origen de la denominación de la zona comercial en torno a la Ribera de Curtidores y la Plaza de Vara de Rey.
EL TERRACEO
Se decía que en tiempo de los romanos una ardilla podía cruzar la Península Ibérica sin tocar el suelo debido a la frondosidad de los bosques de entonces.
Ahora, una descendiente de esa ardilla tal vez pudiera cruzar La Latina sin poner pata en tierra, saltado por las sombrillas, toldos o pérgolas de las terrazas que han proliferado de un tiempo a esta parte.
La Latina siempre ha sido zona de cañas, de tertulia relajada y de algún botellón furtivo en las escalinatas de la Ribera de Curtidores o en alguna de las plazas cerca de La Cebada o La Paja. Que el barrio se ha convertido en meca del aperitivo y el terraceo vespertino, eso es comprobable a diario.
NO SOLO CARACOLES Y COCIDO
Una de los aperitivos típicos de La Latina es el plato de caracoles en salsa. Superado el rechazo inicial por estos moluscos, saboreamos una tradición de décadas que atrae a personas de muchas partes de Madrid e incluso de los lugares más remotos del planeta.
Para que no nos acusen de favorecer a uno u otro, os proponemos dos de los más arraigados bares donde probarlos. El de la Plaza de Cacorro 18 y el de la Calle de Toledo 106.
Y si no te gustan los caracoles, no hay problema porque en ambos locales disponen de una extensa carta de tapas y raciones.
Si lo tuyo es apretarte un buen cocido, en la Calle de la Ruda 5 existe un restaurante que lleva 128 años preparando y sirviendo esta exquisitez para los amantes de los platos de cuchara. Es un cocido de tres vuelcos (sopa, garbanzos y carnes) aunque también se puede tomar al completo.
Estos son solo unos ejemplos pero La Latina está lleno de establecimientos centenarios y otros no tanto que ofrecen desde huevos fritos legendarios a lo mejor de la gastronomía del norte de España pasando por prácticamente todos los sabores de la Tierra.