Las madrileñas que comían barro

  • Esta ingesta se puso de moda en la Corte de los Austrias al proporcionar cierta palidez a las damas
  • El proceso de desintoxicación tras comer cerámica también era sorprendente
Un búcaro pintado en 'Las Meninas' de Velázquez
Un búcaro pintado en 'Las Meninas' de Velázquez |ARCHIVO

Hay seguramente tantas dietas como personas, pero la ingesta de barro no parece muy atractiva y sin embargo durante mucho tiempo gozó de muchas adeptas.

Eran los tiempos de los Austrias y en su Corte madrileña algunas damas le daban mordisquitos a unas piezas de cerámica llamadas búcaros.

Las jarritas hechas de arcilla proporcionaban a las que las masticaban y comían cierta palidez en la piel, algo muy del gusto de la época.

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El barro ingerido provocaba anemia por el taponamiento de ciertas glándulas. Al parecer también producía alucinaciones y el corte del flujo menstrual, por lo que comer barro llegó a convertirse en un método anticonceptivo.

Ni que decir tiene que los cirujanos ya advertían contra esta práctica perniciosa pero lo que proponían como remedio tampoco era una maravilla: beber agua, leche o vino con unas cucharadas de limaduras de hierro o en su defecto con una barra de hierro candente sumergida en el líquido.

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El método para purgar barro en el organismo se conocía como 'agua acerada' y parecería algo imaginado sino fuera porque Lope de Vega da cuenta de todo ello en 'El acero de Madrid'.