Huyendo del conflicto o de la discriminación, muchos refugiados del colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales, Bisexuales e Intersexuales (LGTBI) luchan en Grecia por lograr la aceptación y seguridad que les fue negada en sus países de origen.
El sirio Daas Aljatib, de 28 años, es uno de los más de 62.000 refugiados que viven oficialmente en Grecia, con la particularidad de que, para él, a la de por sí vulnerable condición de refugiado se añade la de formar parte del colectivo LGTBI.
"Yo he sabido que soy gay desde pequeño", cuenta a Efe el joven damasceno, que recuerda que una de las primeras veces que fue consciente fue con unos 5 años. "Estaba viendo la televisión y me gustaba el presentador de las noticias y pensé 'Me casaré con él cuando sea mayor'", rememora entre risas.
No obstante, Aljatib nunca llegó a exteriorizarlo. "Pronto entendí que no era algo que debiera compartir", cuenta, "en Siria toda persona LGTBI debe esconder su identidad sexual. Si no, vas a la cárcel".
Tampoco en el año que estuvo trabajando en una fábrica en Turquía se sintió seguro como para expresar abiertamente su identidad sexual, y ahora, en Grecia, sigue siendo cauteloso.
ALOJAMIENTO PARA MIGRANTES LGTBI
Fue la necesidad de crear un entorno seguro para demandantes de asilo LGTBI lo que llevó a la ONG Solidarity Now a establecer un programa específico de alojamiento para migrantes lesbianas, gais, transexuales, bisexuales o intersexuales.
Como explica a Efe una de las coordinadoras, Fay Kutzúku, el programa -financiado por ACNUR- proporciona apartamentos en Atenas y Salónica que supongan un "punto seguro de partida desde el que los migrantes LGTBI puedan alcanzar una autonomía" en Grecia.
Algo especialmente necesario, explica Kutzúku, teniendo en cuenta que muchas personas refugiadas LGTBI han sido víctimas de violencia en sus países de origen o en su tránsito.
Pero tampoco la llegada a tierras griegas supone el fin de esta violencia, expresa Aljatib mientras recuerda cómo una pareja de amigos transexuales se vio obligada a dejar el piso en el que estaba viviendo en el municipio del Pireo (al sur de Atenas) después de que les tiraran piedras en repetidas ocasiones.
Todo esto, unido a las dificultades que conlleva la condición de solicitante de asilo, ha hecho que Aljatib haya empezado a organizar un colectivo por y para refugiados y migrantes LGTBI.
"Con esta crisis la mayoría de organizaciones se ha centrado en la población refugiada en general, pero también es necesario que la población LGTBI tenga, al menos, alguna organización que la represente", cuenta el joven, que ya ha iniciado contactos con diferentes organizaciones y ha conseguido un lugar de reunión y donde los miembros reciben clases de inglés tres veces por semana.
Saad, un refugiado sirio de 23 años, es uno de los casi veinte miembros de este grupo. "No tenemos poder, no tenemos dinero, pero nos ayudamos unos a otros", cuenta el joven, que era estudiante de Arqueología en Siria.
Para Saad este grupo ha supuesto la primera vez en formar parte de un colectivo LGTBI, algo que nunca vio en Siria.
Explica que en sus 10 meses en Grecia se siente "libre, pero no seguro" y que ve su futuro en otro país.
Precisamente Grecia es uno de los países a la cola de la UE en cuanto a derechos de personas LGTBI, aunque está realizando avances.
AVANCES LEGISLATIVOS POR DELANTE DE LA SOCIEDAD GRIEGA
En 2015, por ejemplo, el Parlamento heleno aprobó las uniones civiles entre personas del mismo sexo, algo que permitía que estas parejas pudieran heredar las posesiones del cónyuge o tener acceso a la Seguridad Social amparada.
No obstante, estos avances legislativos aún no se han traducido en la sociedad griega.
Según el último eurobarómetro sobre discriminación en la UE, de 2015, el 67 % de la población helena cree que los matrimonios homosexuales no deberían estar permitidos en Europa, y el 58 % considera como algo negativo las relaciones sexuales entre dos personas del mismo sexo.
Con todo, el joven Aljatib se muestra esperanzado con el colectivo y recuerda cómo unirse a otros refugiados LGTBI como él le ayudó a no sentirse tan solo.
"Aquí en Grecia he empezado de cero", cuenta el joven, que aspira a estudiar Ingeniería de Telecomunicaciones y, algún día, "tener mi casa, mi trabajo y mi novio".