La evolución de los grandes dinosaurios, como el "Tyrannosaurus rex", favoreció la aparición de estructuras ornamentales en el cráneo que servían como señales de "comunicación visual" con miembros de su misma especie o potenciales competidores, según un estudio que publica hoy la revista "Nature Communications".
Investigadores de la Universidad de Carolina del Norte (EE.UU.) establecen en el trabajo que los terópodos de mayor tamaño fueron los dinosaurios que más protuberancias óseas desarrollaron, una característica física cuya utilidad para la supervivencia todavía no se comprende con detalle.
Los científicos constatan una correlación entre un cuerpo de gran tamaño y la aparición ornamentos óseos como cuernos y crestas, cuyo "origen e influencia" en "escalas de tiempo macroevolutivas" siguen siendo una incógnita.
Las observaciones de Terry Gates y su grupo revelan además la existencia de un "límite de masa" por debajo del cual los dinosaurios no desarrollaban esa clase de estructuras.
El aumento del tamaño corporal se aceleró en los linajes que contaban con esos ornamentos, una tendencia que está en cambio ausente en aquellos terópodos con plumas, que contaban con crestas y otros atributos construidos a base de tejidos blandos.
Los investigadores señalan que el hábitat abierto en el que vivían los grandes dinosaurios favoreció tanto el aumento de su masa como la necesidad de instrumentos visuales para la comunicación.
El estudio publicado en "Nature" subraya que algunas de esas protuberancias tenían probablemente usos adicionales al de enviar señales útiles para la reproducción y podían ser utilizadas asimismo como armas en combates entre dos machos.