Una mujer bilbaina que ha padecido malos tratos durante más de veinte años, pide que sea su ex pareja el obligado a vivir con escolta y bajo vigilancia permanente y no ella.
La mujer teme por su seguridad y la de sus tres hijos porque el hombre debe portar un dispositivo de localización.
Cuando la policía le pierde el rastro es a ella a quien recurren. Se siente perseguida cuando ella es la víctima.