Seattle, en el noroeste de Estados Unidos, va camino de convertirse en la primera ciudad del país que multa a quien tira restos de comida y otros productos orgánicos a la basura en lugar de separarlos para hacer compostaje.
Una nueva ordenanza municipal que entró en vigor a principios de año prohíbe específicamente a comercios y a casas particulares tirar restos orgánicos a la basura y, aunque por el momento sólo se avisa a quien infringe la norma con un adhesivo rojo en su cubo de la basura, a partir de julio esto se traducirá en una sanción.
Aquellos hogares unifamiliares en cuyos contenedores de residuos se encuentren restos orgánicos serán sancionados con un dólar por cada infracción, mientras que en el caso de los comercios y edificios de apartamentos (cuya recogida de basura es centralizada), la sanción ascenderá hasta los cincuenta dólares.
A su vez, el Ayuntamiento de Seattle proporciona de forma gratuita a los vecinos cubos a los que arrojar los restos de comida, servilletas de papel, hojas y hierbas del jardín e incluso cajas de cartón para pizzas. Estos cubos pueden usarse para almacenar los residuos orgánicos y que cada hogar produzca su propio compostaje, o pueden dejarse en la calle para que los recojan los camiones de reciclaje.
"Seattle es una ciudad líder en reciclaje. La mayoría de nuestros vecinos y negocios ya realizan su propio compostaje y este requerimiento supone una progresión en nuestro esfuerzo colectivo para que la ciudad sea cada vez más verde", indicó el director de residuos sólidos del departamento de Servicios Públicos de Seattle, Tim Croll.
Según una encuesta del Ayuntamiento, el 74% de los vecinos de Seattle apoyan la medida, mientras que un 11% se oponen a ella. En la actualidad, la ciudad recicla un 56% de sus residuos (407.125 toneladas al año), una cifra que sin embargo se ha estancado durante los últimos tiempos y que el Ayuntamiento pretende incrementar con esta medida.
De acuerdo con los datos que maneja el consistorio, la nueva ordenanza evitará que unas 38.000 toneladas anuales de residuos orgánicos terminen en el vertedero, lo que contribuirá a alcanzar el objetivo fijado por la ciudad de reciclar el 60% de sus desperdicios cuando termine 2015.
Los residuos orgánicos que recoja el Ayuntamiento irán a plantas de procesamientos en las que se elaborará compostaje para los parques y jardines de la ciudad.
Cada año, Seattle, una ciudad de 650.000 habitantes, genera una media de 100.000 toneladas de residuos orgánicos que no se reciclan y van a parar a un vertedero del vecino estado de Oregón, lo que representa un elevado coste para las arcas municipales y contribuye a la emisión de gases de efecto invernadero.
Según datos de la Agencia de Protección Medioambiental de EEUU (EPA), los residuos orgánicos suponen aproximadamente una quinta parte del total de basura no reciclada del país, por encima de productos como el plástico, el papel, el metal o el cristal. En 2012, el último año del que hay datos disponibles, EEUU generó 34,7 millones de toneladas de residuos orgánicos que no se usaron para hacer compostaje.
La normativa que Seattle ha aprobado ahora y que prohíbe de forma expresa arrojar residuos orgánicos al cubo de la basura ya existe desde 2005 para otros productos reciclables como el papel, las botellas, los botes y las latas.
Cuando llegue julio, Seattle se convertirá en la primera ciudad de Estados Unidos en sancionar a quien arroje restos de comida al cubo de la basura, ya que si bien otras ciudades como Nueva York, San Francisco o Portland (Oregón) también han aprobado medidas destinadas a fomentar el compostaje, ninguna es tan severa como la de la mayor ciudad del noroeste estadounidense.