El Papa ha reconocido las "virtudes heroicas", primer paso para la beatificación, del sacerdote español José María Arizmendiarrieta, fundador de la Corporación Mondragón, informó la Santa Sede en un comunicado. Francisco aprobó los decretos que reconocen dichas virtudes durante una audiencia celebrada el lunes con el prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, Angelo Amato.
José María Arizmendiarrieta nació en el municipio vasco de Markina-Xemein el 22 de abril de 1915 y falleció el 29 de noviembre de 1976 en Mondragón. Con doce años de edad ingresó en el Seminario Menor de Castillo-Elejabeitia y concluyó su formación el Diocesano de Vitoria.
Durante la Guerra Civil española (1936-1939) estuvo preso mes y medio en la cárcel de Larrinaga de Bilbao por militar en el Partido Nacionalista Vasco (PNV), entre otros cargos de los que finalmente fue absuelto. El 21 de diciembre de 1940 se ordenó como sacerdote y un año más tarde fue trasladado a Mondragón como coadjuntor de la parroquia de San Juan Bautista.
Esta localidad del corazón de Guipúzcoa se convirtió a partir de ese momento en el laboratorio de una inédita experiencia económica, que generó un interés internacional sin precedentes en la tradición empresarial hispana.
Arizmendiarrieta soñaba con un ambicioso proyecto de reconciliación social cuyo fin era cerrar las heridas abiertas por la Guerra Civil y promover una nueva cultura obrera, que fomentara la formación de los trabajadores y permitiera su acceso a la gestión y a los beneficios de la empresa.
Esta experiencia llevó a la creación de la Corporación Mondragón, el primer grupo empresarial del País Vasco y una de las empresas más importantes de España, presente con sus compañías y filiales en todo el mundo.
El camino hacia la santidad tiene varios escalones. El primero es que el pontífice reconozca las virtudes heroicas de una persona, que pasa a ser considerada "Venerable Siervo de Dios". Los pasos sucesivos son la beatificación y la canonización.
Para que un venerable sea beatificado es necesario que se haya producido un milagro debido a su intercesión y para que sea canonizado, hecho santo, es necesario un segundo milagro, que debe producirse tras ser proclamado beato.