El papa Francisco parece satisfecho con los resultados obtenidos en el Sínodo de los obispos sobre la familia y hoy aseguró que "ha sido cansado", pero confió que dará "muchos frutos".
"Invito a todos a dar gracias a Dios por estas tres semanas de trabajo intenso, animado por la oración y un espíritu de verdadera comunión. Ha sido cansado, pero ha sido un verdadero don de Dios", afirmó Francisco en su reflexión durante el rezo del Ángelus.
El Sínodo, la asamblea de cardenales y obispos, llamados a expresarse en estas últimas tres semanas sobre los desafíos que plantean a la Iglesia las nuevas situaciones familiares, aprobó ayer con la mayoría de dos tercios requeridos cada uno de los 94 puntos del documento final.
Un documento en el que la principal novedad era, tras duros enfrentamientos entre los obispos en este Sínodo y en el anterior, extraordinario, de octubre de 2014, la solución del "discernimiento", el análisis caso por caso del los divorciados vueltos a casar para su acceso a los sacramentos prohibidos al encontrarse en pecado grave.
Francisco recordó hoy que "sínodo" significa "caminar juntos" y que lo que se ha vivido en estos días "ha sido la experiencia de la iglesia en camino, en camino especialmente con las familias del Pueblo de Dios".
El papa hizo referencia a las "imágenes de los refugiados en marcha por los carreteras de Europa" y aseguró que "estas familias que tanto han sufrido, desarraigadas de sus tierras han estado muy presentes en el Sínodo" y aseguró que "la Iglesia no les abandona". Con este mensaje en el Ángelus y la misa de clausura en la basílica de San Pedro, concluyó el Sínodo de los obispos sobre la familia que comenzó el pasado 4 de octubre.
Durante la homilía de la misa, Francisco aseguró que "las situaciones de miseria y de conflicto son para Dios ocasiones de misericordia" y exclamo: "¡Hoy es el tiempo de la misericordia!". "A esto están llamados los discípulos de Jesús, especialmente en en nuestros días, a poner el hombre en contacto con la misericordia", dijo Francisco.
La homilía terminó con un agradecimiento a los obispos "por el camino" que se ha compartido en estos días "en busca de las sendas que el Evangelio indica a nuestro tiempo para anunciar el misterio de amor de la familia".
El papa ya aseguró ayer en su discurso final en el Sínodo que: "El primer deber de la Iglesia no es distribuir condenas o anatemas sino proclamar la misericordia de Dios, de llamar a la conversión y de conducir a todos los hombres a la salvación del Señor".
La "misericordia" es una de las palabras más usadas en el documento final respecto a la acogida de las familias heridas o las nuevas situaciones familiares como los divorciados.
Se trata de un documento en el que la Iglesia se presenta como mucho más tolerante y reivindica su papel de ser misericordiosa y acoger a todos cómo demuestra cuando habla de "valorar las señales de amor" que existen también en otro tipo de situaciones familiares como las convivencias o los matrimonios civiles.
Se pide que todas estas situaciones "sean afrontadas de manera positiva", pero intentando que se conviertan en un camino hacia el matrimonio católico.
Incluso en el documento se pide que ante las diferentes situaciones la Iglesia "acompañe incluso quedando en silencio" y tenga "una mirada respetuosa y llena de compasión" ante todos.
Poco espacio ha tenido otro tema que tanto dio que hablar en el anterior Sínodo de la familia en octubre de 2014: El acercamiento de la Iglesia a los homosexuales.
Queda recogido en un sólo punto, en el que se explica que "cada persona, independientemente de su propia tendencia sexual, tiene que ser respetada en su dignidad, y acogida con respeto, con el cuidado de evitar cualquier marca de injusta discriminación".
Ahora será el papa quien decida qué hacer con este texto de reflexiones de los obispos, quienes le pidieron que escriba un documento sobre el tema.