Cerca de 40.000 quejas llegan al año a los buzones de la OCU con un mismo motivo, la telefonía, sobre todo la móvil, un sector que se afianza como foco de abusos y engaños. El catálogo incluye desde las llamadas molestas de los números "tóxicos", hasta los 806 o los mensajes que engordan la factura.
Fraudes en muchos casos que generan ganancias millonarias a los múltiples dueños de un "negocio" en expansión y que crece en paralelo con el de los móviles "inteligentes".
La radiografía del acoso y timo a través de estos dispositivos cuenta con un "repertorio" que tanto las fuerzas de seguridad como la Organización de Consumidores y Usuarios conocen bien, aunque ninguna es ajena a las continuas novedades.
Investigadores consultados resumen este tipo de prácticas en cinco grandes métodos:
El fraude de la llamada perdida
Recibes en tu móvil una llamada, que no llegas a descolgar y que queda registrada como "perdida". Si devolvemos esa llamada, nos derivará a números de tarifación especial: son los 806, 807, 906 o 907, que, o bien suponen cuatro euros solo con descolgar, o tienen una factura por minuto muy elevada.
Esta práctica cuenta con otra modalidad. Al descolgar saltará un contestador que nos indica que tenemos un mensaje o un paquete pendiente de recibir en casa, para lo cual tenemos que enviar un SMS.
A partir de ese momento empiezan a cobrarte en tu recibo una falsa suscripción a servicios de mensajería, los denominados SMS Premium.
Ofertas de trabajo que cuestan
Te llaman o mandan un mensaje ofertando un puesto de trabajo. Para conocer más detalles tienes que llamar a otro número de tarificación cara. Un truco para que no te percates de que es un 806 es que en su locución tu interlocutor no te dice "llama al 807", sino llama al "ochenta, setenta y cinco, etc".
Expertos consultados advierten de que las operadoras se llevan parte del beneficio de este tipo de llamadas, aunque desde hace tiempo están más involucradas en frenar estos abusos ante las reclamaciones de clientes.
Aplicaciones con virus
Se trata de un método más sofisticado y del que no te llegas a dar cuenta hasta que no llega la factura. Los delincuentes utilizan una aplicación -puede ser un juego- de las millones que a diario se descargan para introducir un código malicioso que programa tu móvil para que haga llamadas a determinados números sin percatarte de que tú has dado permiso para ello.
Y es que cuando instalas esa aplicación, y aunque no leas la letra pequeña, estás autorizando la suscripción de envíos de SMS Premium, mensajes que cuestan unos 1,40 euros. Hasta que no llega la factura con el pago de varios de estos mensajes no puedes darte de baja en el servicio.
Lo último, advierten los expertos, tiene como señuelo el nuevo servicio de llamadas a través de Whatsapp. Con el pretexto de descargar una aplicación que lo active, nuevamente nos damos de alta en mensajería que inflará nuestro recibo unos 40 euros.
En caso de darnos cuenta, lo recomendable es desinstalar de inmediato esta aplicación y preguntar a nuestra compañía si nos hemos suscrito a algún otro servicio.
Números tóxicos
En la mayoría de los casos no esconden ningún engaño, pero sí son muy molestos. Llaman casi a cualquier hora desde números aparentemente normales que ofertan publicidad "muy agresiva". Son números que se alquilan, que pasan de manos de empresas de telemercadotecnia de entidades bancarias a compañías de seguros o de telefonía.
Concursos y descargas 'con premio'
Se trata de mensajes que llegan al móvil facilitando la participación en un sorteo o para la descarga de una película o una canción. Para lograr el objetivo, piden que introduzcas un código o clave que consigues si, como te indican, introduces tu número.
Consigues descargar esa canción, pero al dar tu móvil te acabas de abonar a un servicio de SMS caros sin saberlo.
Son solo cinco casos. Una muestra, aseguran los investigadores, de lo que los ciberdelincuentes más "inofensivos" pueden causar con una simple llamada o mensaje a nuestro móvil.
Para Enrique García, portavoz de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), la mayoría de estas prácticas son un "timo" y consisten en "cobrar por cobrar" con el beneplácito de las operadores que se llevan parte del pastel de un negocio que debería estar prohibido.