Los Derechos Humanos fundamentales "están siendo ignorados" en el mundo, "siendo un ejemplo terrible el trato de los rohinyás en Birmania", aseguró hoy durante la ceremonia de entrega de los Premios Nobel el presidente de esa fundación, Carl-Hendrik Heldin.
En un discurso inusualmente directo, al hacer referencia a un caso concreto, aunque dentro de la sutileza que caracteriza estos premios, Heldin se refirió a la situación de esa minoría musulmana en Birmania.
Este tema de preocupación internacional llego así a la ceremonia presidida por los reyes Carlos Gustavo y Silvia de Suecia para entregar los Premios Nobel de Física, Química, Medicina, Literatura y Economía.
En la lista de Premios Nobel de la Paz figura la actual consejera de Estado birmana, Aung San Suu Kyi, que en 1991 logró el galardón por "su compromiso no violento con la democracia y los Derechos Humanos", pero cuya tibia reacción ante la crisis de los rohinyá ha levantado voces pidiendo que se le retirase.
Heldin defendió que, gracias a los progresos científicos, culturales y económicos, ahora "tenemos sociedades en las que la gente es capaz de vivir la vida que desea, en un grado que el mundo no había visto nunca antes".
Sin embargo, hoy vemos "nuevas amenazas ante ulteriores progresos". La ciencia es cuestionada, el comercio internacional y la cooperación se reducen, "los Derechos Humanos fundamentales están siendo ignorados -siendo un ejemplo terrible el trato de los rohinyá en Birmania-. Demasiada gente está viviendo bajo una amenaza constante de violencia", indicó Heldin.
Además, en la era de la "postverdad", las escuelas son "más importantes que nunca", pues los jóvenes "necesitan sólidos conocimientos de alta calidad" y aprender a situarse ante el resto en una discusión, "respetar las diferentes opiniones y encontrar vías para llegar juntos a conclusiones sensatas".
La ceremonia de premios había empezado minutos antes en la Sala de Conciertos de Estocolmo, tras la llegada de los reyes, de la princesa heredera Victoria y de su esposo, el príncipe Daniel.
Los once hombres laureados recogieron de manos del monarca la medalla, el diploma y el certificado monetario de nueve millones de coronas suecas (943.784 euros), que les acredita como nuevos nobel, tras lo que hicieron una reverencia al rey, a los miembros de la Academia Sueca y al publico.
Antes los logros de todos ellos fueron glosados. Como los del nobel de Literatura Kazuo Ishiguro, quien con sus relatos "ayuda a los seres humanos a vernos a nosotros mismos, sumergidos como estamos en una violenta historia sin final", dijo la secretaria permanente de la Academia Sueca, Sara Danius.
Una historia de Ishiguro es "como mezcla de Jane Austen y Frank Kafka" y, aunque "pueda sonar raro", él hace que funcione. Sus libros son una "investigación" sobre la relación entre presente y pasado, en los que explora "cómo interactuamos con el pasado y que nosotros -como individuos, comunidades, sociedades- también debemos olvidar para sobrevivir a todo".
Los estadounidenses Rainer Weiss, Barry Barish y Kip Thorne, son Nobel de Física por sus contribuciones para detectar las ondas gravitacionales, que abren "posibilidades inesperadas" de explorar partes invisibles de Universo, donde, como decía el astrónomo Carl Sagan, "algo increíble espera a ser conocido".
En ciencia, "las revoluciones son de naturaleza internacional y llegan a través de la colaboración", como hicieron el suizo Jacques Dubochet, el germano-estadounidense Joachim Frank y el británico Richard Henderson para desarrollar la criomicroscopía electrónica, que les valió el Nobel de Química.
Los nobel de Medicina de este año son los estadounidenses Jeffrey Hall, Michael Rosbash y Michael Young, cuyos descubrimientos sobre los mecanismos que controlan los ritmos circadianos de los seres vivos "tienen importantes implicaciones para la salud humana".
Mientras que los trabajos del estadounidense Richard Thaler, galardonado en Economía por sus contribuciones a la economía del comportamiento, "han tenido un significativo impacto en el mundo real de la formulación de políticas y no menos en el campo del diseño de programas de pensiones".
Con la entrega de este premio se cerraba una gala que seguía a la celebrada horas antes en Oslo, donde se entregó el Nobel de la Paz a la Campaña Internacional para la Abolición de Armas Nucleares.
La ceremonia de Estocolmo estuvo jalonada de interludios musicales en una sala que para esta ocasión lucía una decoración evocadora del invierno sueco con flores en tonos blanco y crema.
El acto llegó a su fin con el himno sueco "Du gamla, Du fria", tras lo que los reyes y príncipes abandonaron el escenario, para dirigirse a un banquete en honor a los premiados.