La NASA envía drones para estudiar las columnas de humo volcánico

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El estudio de los volcanes desde el aire puede ser un trabajo peligroso, tanto para los investigadores como para las aeronaves. Para penetrar en este peligroso espacio aéreo, los vehículos no tripulados (UAVs), especialmente aquellos con motores eléctricos que ingieren poco de aire contaminado, son una forma nueva y eficaz para reunir datos cruciales sobre la ceniza volcánica y los gases.

El mes pasado, un equipo de investigadores de la NASA desplegó tres UAV militares de apenas dos kilos de peso y un metro de envergadura con instrumentos especiales por encima de la nube de dióxido de azufre nocivo del volcán activo de Costa Rica Turrialba, cerca de San José.

El proyecto fue diseñado para mejorar la capacidad de teledetección de satélites, incluyendo mapas de concentración y distribución de gases volcánicos. También fue diseñado para mejorar los modelos informáticos de cómo y dónde se desplazarán penachos volcánicos.

Durante los vuelos, el equipo coordinó la recopilación de datos de emisiones con los obtenidos a bordo de vehículos espaciales de la NASA, permitiendo a los científicos comparar las mediciones de concentración de dióxido de azufre desde el satélite con las mediciones tomadas desde el interior de la pluma del volcán.

Los científicos creen que los modelos informáticos derivados de este estudio contribuirán a mejorar las predicciones del clima global y mitigar los riesgos ambientales (por ejemplo, el dióxido de azufre volcánico o "VOG") para las personas que viven cerca de los volcanes.

Un componente clave de estos modelos es la intensidad y el carácter de la actividad volcánica situada cerca de la ventilación erupción. Por ejemplo, conocer la altura de las concentraciones de ceniza y gas, y las temperaturas durante una erupción son importantes factores iniciales para cualquier modelo que predice la dirección de la nube volcánica.

"Es muy difícil reunir datos desde columnas de erupción volcánica y plumas ya que las velocidades ascendentes de viento son muy altas y las altas concentraciones de ceniza pueden destruir rápidamente los motores de las aeronaves", dijo David Pieri, investigador principal del Jet Propulsion Laboratory de la NASA.

"Esos entornos de vuelo pueden ser muy peligrosos para los aviones tripulados. Los penachos volcánicos pueden extenderse kilómetros desde la cumbre y las nubes de cenizas desprendidas pueden desplazarse cientos a miles de kilómetros", agregó