El fotógrafo norteamericano de origen japonés Michael Yamashita, célebre por su serie sobre la Ruta de la Seda para National Geographic, confiesa que, aunque publica asiduamente en Instagram, le sigue gustando el formato en papel porque su trabajo le parece más real y tangible.
En una entrevista con Efe en Barcelona, el fotógrafo ha confesado: "Me sigue encantando el formato en papel, el formato del fotolibro, porque es la mejor forma de explicar historias de largo recorrido y que se puedan ver con calma".
Yamashita (San Francisco, 1949) publica una imagen al día de la Ruta de la Seda en Instagram, pues en este caso "en las redes sociales puedes tener una respuesta, una repercusión casi inmediata de lo que la gente piensa nada más publicar la foto".
Sin embargo, los libros, añade, siguen siendo "la mejor manera de mostrar tu trabajo, porque son algo real, tangible, que se puede guardar, y en Internet todo es más vertiginoso, al día siguiente todo desaparece de la memoria".
Michael Yamashita se considera un "autodidacta", que no tuvo una cámara propia hasta que acabó el instituto. "Como cualquier aficionado, comencé en la fotografía viajando, sobre todo en Japón, buscando mis raíces, donde estuve 4 años viviendo, y comencé enviando las fotografías a mis padres y a mis amigos. Se convirtió en una pasión y tuve la necesidad de aprender".
Fue entonces cuando se compró una cámara profesional, una Nikon, y eso fue un aliciente para aprender todavía más a utilizarla, hasta convertirse "casi en una obsesión".
Además de a familiares y amigos, Yamashita enviaba también sus fotografías de viajes a profesionales de la fotografía, para que le dieran su opinión, al tiempo que seguía comprando mucho material fotográfico mientras estaba en Tokio, con una meta en el horizonte: "Mi sueño era trabajar para National Geographic".
Fueron precisamente su padre y su hermana mayor, a los que también les gustaba mucho la fotografía, los que le animaron para que siguiera por ese camino.
"Fue en el instituto cuando sentí la necesidad de conocer mis raíces japonesas y saber más sobre la cultura de mis ancestros, ver qué había detrás de ciertos prejuicios que había en Estados Unidos sobre los asiáticos", comenta el fotógrafo, que cursó la asignatura de Estudios Asiáticos.
Cuando se graduó en la universidad tenía dos opciones: "o iba a la guerra de Vietnam o viajaba a Japón para descubrir mis raíces, y la decisión no fue demasiado complicada".
Desde el punto de vista del fotógrafo, Asia fue todo un descubrimiento, pues "en aquel entonces Asia era una región que todavía no estaba tan desarrollada como EEUU, y la única excepción era Japón, con una economía que empezaba a despegar pero otros países como Singapur estaban comenzando a avanzar".
La gran suerte de Yamashita fue "estar en el momento adecuado, en el momento en que la economía de esos países asiáticos empezaban a despegar y a crecer muy rápido" y como fotógrafo pudo ser "testigo de ese momento de transición".
Vivir aquel momento histórico también le brindó la oportunidad de trabajar para revistas americanas que se interesaban por lo que pasaba en la zona y agencias de fotografía y de publicidad, que eran sus principales clientes.
A pesar de que como joven fotógrafo quería conocer a todo el mundo con su cámara, al cabo de 10 o 15 años de carrera como fotógrafo tomó la "decisión consciente" de quedarse más en Asia: "Allí me sentía más cómodo, por la comida o por que me podía camuflar mejor entre la población local".
Yamashita se ha especializado en seguir las huellas tanto de los hombres como del paisaje, a través de inspiradores como Marco Polo, el poeta japonés Basho, el explorador chino Zheng He, el río Mekong, y la Gran Muralla.
Precisamente, su trabajo más premiado ha sido "La Ruta de la Seda", "el más importante", reconoce, pues a partir de entonces su carrera despegó y no sólo dio lugar a un libro, sino también a un documental.
"Esta serie fue bastante inaudita en su momento, porque hice un reportaje de 80 páginas, que fueron divididas entre tres números de la revista National Geographic", serie en la que recoge imágenes desde Venecia a China pasando por Irán, Iraq y Afganistán; dentro de la propia China y en la vuelta a Italia por el mar, un viaje que duró dos años.
Sin abandonar Asia, en la actualidad, Yamashita se haya inmerso en "un nuevo proyecto que tiene bastante vinculación con el de la Ruta de la Seda", explica el fotógrafo norteamericano.
Se trata del ambicioso proyecto chino denominado "One Belt, One Road" (Una franja, una ruta), que se presenta como la nueva Ruta de la Seda del siglo XXI, con una red de corredores económicos marítimos y terrestres entre Asia, Europa y África.
"Con este proyecto tendré la oportunidad de volver a visitar algunos de los países en los que estuve y a través de las fotografías mostrar lo que ha cambiado", resume Yamashita.