Científicos del Centro Nacional de Cartografía Laser Airborne de la Universiad de Houston ha hallado lo que podrían ser dos ciudades perdidas bajo la selva de Honduras. Los expertos cargaron un avión con un sistema que rebota miles de millones de pulsos láser en el terreno y mide el tiempo que tardan en volver.
Según han explicado los científicos, aunque la mayoría de los pulsos se reflejan en la vegetación, una fracción pequeña llega al suelo. De esta manera los investigadores pueden construir así un mapa de la superficie de la zona elegida. Este método se ha utilizado para el cáculo de la masa de la Amazonía o para 'cazar' estructuras adicionales en Stonehenge (Reino Unido).
Ahora, un equipo ha decidido utilizarlo en los densos bosques de América Central y ha encontrado, entre la vegetación "enormes agujeros negros en el mapa sobre el cual se sabe muy poco". Todos eran posibles ubicaciones de una ruina buscada, conocida como la Ciudad Blanca.
"La Ciudad Blanca es la leyenda más conocida en Honduras", ha explicado el científico de este proyecto Juan Carlos Fernández Díaz, en un artículo publicado por 'Nature'. Según ha indicado, los exploradores han buscado la ciudad perdida durante décadas, aunque muchos arqueólogos creen que puede ser un mito o tal vez una amalgama de otras ciudades mesoamericanas.
Los resultados de esta investigación se presentaron en mayo de 2012 al gobierno de Honduras y este miércoles se han hecho públicos en la reunión de la American Geophysical Union. En ella, el equipo ha mostrado imágenes inéditas del trabajo que "incluyen montículos regularmente espaciados y otras características lineales que componen al menos dos ciudades mesoamericanas".
Este proyecto está financiado por el cineasta Bill Benenson, que ya ha gastado casi medio millón de dólares en él. Los expertos han señalado que "no hay garantía de que el equipo acabe por encontrar la ciudad cuando comiencen las excavaciones". El grupo de trabajo quiere mantener en secreto el lugar donde se han realizado los hallazgos.
Por su parte, el autor principal del estudio, Christopher Fisher, ha indicado que este sistema puede acabar convirtiéndose en una herramienta común para los arqueólogos.