Un centenar de víctimas del terrorismo participan en el Campus de Paz, un proyecto pionero en Europa para ayudar a los niños y jóvenes a gestionar los sentimientos y las emociones negativas, como el dolor, la ira, la impotencia y la tristeza, que les embargan después de un atentado terrorista.
El Campus de Paz, promovido por la Fundación de Víctimas del Terrorismo y la Universidad Camilo José Cela, incluye espacios educativos y talleres lúdicos, con expertos en educación y psicología, para que los niños desarrollen valores sociales y aprendan a expresar emociones a través de la música, el juego o la creatividad.
Durante la presentación de la iniciativa, la presidenta de la Fundación Víctimas del Terrorismo, Maite Pagazaurtundua, ha señalado que la idea del Campus de Paz surgió de la "preocupación" que las asociaciones de víctimas del terrorismo tenían por los niños que vivían en entornos con sentimientos negativos.
Pagazaurtundua ha destacado la novedad de este proyecto, que contribuirá a que los más pequeños puedan canalizar la rabia o el odio hacia valores como la tolerancia, la solidaridad, la justicia y la libertad, con el convencimiento de que "de las peores experiencias pueden salir personas capaces de ayudar a los demás".
Por su parte, la presidenta de la Institución Educativa SEK, Nieves Segovia, ha resaltado la "doble importancia" de este proyecto, como "educadores" y como miembros de la "sociedad civil".
En el acto, también han intervenido la presidenta de la Asociación 11-M Afectados por el Terrorismo, Pilar Manjón; el vicepresidente de la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M, Eloy Morán, y la representante de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (VT), Narcisa López, quienes han resaltado el carácter innovador de este proyecto.
López ha manifestado que si esta iniciativa se hubiera puesto en marcha con anterioridad, sus hijas no hubieran tenido los problemas que sufrieron hace veinte años.
Según los promotores, a lo largo de los años, la asistencia se ha centrado en los adultos, pero a los niños y jóvenes afectados por el terrorismo no se les ha enseñado a manejar sus sentimientos.
El Campus de Paz, que se puso en marcha de forma piloto en diciembre de 2011, trabaja sobre los problemas que se detectan en las familias víctimas de terrorismo, como la falta de comunicación, la introversión de los más pequeños, los traumas no superados, los problemas escolares o el miedo y la desconfianza en la sociedad.
Aprenden a expresar emociones a través de la creatividad, a poner palabras a sus miedos e inseguridades, pero sin hacerles revivir su pasado doloroso, con el objetivo de darles fuerza para superar la adversidad y recuperar la confianza en sí mismos y en la sociedad.
Todos los datos analizados por los profesores y técnicos de la Universidad Camilo José Cela ofrecerán a medio plazo aportaciones científicas para enriquecer las formas de afrontar estos problemas en España y en el mundo.