Más de una hora antes de que comenzará el desfile, el público ya había empezado a amontonarse en los laterales del madrileño y céntrico Paseo de la Castellana, algunos de ellos bien pertrechados con escaleras para "no perderme ni cuando parpadean", como decía María Escalona, de 41 años. Escalona, como muchos de los asistentes vive en las afueras de Madrid y hoy se ha tenido que levantar "como si fuera a trabajar" para llegar hasta las cercanías del Estadio Santiago Bernabeu, en cuyos alrededores se desarrollaba todo. "Pero pese a la crisis o a que Zapatero siga en el Gobierno, esto es muy bonito y espectacular y no me lo pierdo casi ningún año", se justifica.
En el público, muchos niños con banderas españolas e incluso algunos jóvenes con la del Águila de San Juan, así como numerosos iberoamericanos para saludar a sus respectivas banderas. Sin embargo, un grupo de venezolanos ha echado en falta su enseña que, aunque estaba previsto, no desfiló, al parecer por la indisposición del encargado de portarla. "¡No está, no está...!", decía uno de ellos.
Otros iban a aprender y, así, un grupo de alumnos de la escuela de protocolo recibían las explicaciones de su profesor sobre por qué se situaba la bandera de esta forma, quien estaba más cerca y más lejos del Rey...
TODOS PREPARADOS PARA DOS HORAS
Todos iban preparados para dos horas de desfile: el abrigo necesario, la ingesta de líquidos adecuada, los bocadillos de lomo con queso, las banderas de turno y las escaleras para poder ver todo lo que transcurría. Para pasar el tiempo hasta la "hora H", que no era el comienzo del desfile si no la llegada del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, al que ya esperaban para pitarle, el público ha pasado el tiempo preparando sus cámaras, comiendo, leyendo el periódico -en especial las páginas dedicadas al desfile por un diario madrileño- fumando y hablando.
Hablando de todo: de qué es lo que iban a hacer después, de lo despejado del cielo, de la película de anoche en la televisión, y si, también de política. Entre los que hablaban de política destacaban los suspicaces que comentaban lo lejos que habían colocado al público en relación al año pasado, de cómo se hacía sonar música por los altavoces cuando llegaban las personalidades e, incluso, de como "ahora en el ejército puede entrar cualquiera".
Llegado el momento en que el público creía que aparecía el presidente del Gobierno, ha lanzado los pitidos y los gritos pertinentes. Gritos que se han repetido y repartido luego durante todo el transcurso del desfile y a la finalización del mismo.
Eso sí, llegado el momento de que los militares bajaran el madrileño Paseo de la castellana, el público, mucho de él entendido en la materia, se ha entregado en cuerpo y alma al paso de todas las unidades.
Aquellos que han recibido un aplauso más enfervorecido han sido la Guardia Civil, la Legión y la Unidad Militar de Emergencias (UME), así como aquellas unidades en las que desfilaban familiares o amigos del público asistente.
Pero tampoco han faltado los chistes fáciles de muchos animadores espontáneos que se encontraban a lo largo del recorrido como los del gaditano Juan Márquez, quien al paso de la Guardia Civil de tráfico ha gritado: "no nos pongáis tantas multas", o al paso de las unidades de emergencia ha saltado con un "tráeme una aspirina".
El final de fiesta se ha cerrado con más pitidos pero también con ganas de ver mucho más, ya que a la mayoría del público se le ha hecho corto el desfile de este año, al que la crisis le ha restado efectivos y duración.
DAVID PÉREZ, INDIGNADO POR LA "GRAN OPERACIÓN DE CENSURA" EN EL DESFILE
El portavoz del PP en la Asamblea de Madrid, David Pérez, ha manifestado su indignación por la "forma vergonzosa" con que la organización del desfile de la Fiesta Nacional ha tratado "de alejar al público para proteger a Zapatero de los abucheos de la gente".
Según Pérez, "se ha hecho todo lo posible para salvarle la cara al presidente, auténtica ingeniería, para impedir que se acercara la gente, que había madrugado muchísimo para participar en una fiesta que es de todos".
Como ejemplo de lo que ha calificado como "una gran operación de censura", Pérez ha citado "los cortes de calle a cientos de metros de distancia, tribunas absolutamente espaciadas, eliminación de las tribunas para el público e incluso la música enlatada que subían cuando sonaban los silbidos".
A su juicio, estas medidas "no tienen nada que ver" con las dimensiones de la Plaza de Lima, donde se situaron las tribunas de las autoridades, porque "el año pasado ya se celebró en esa plaza y no se hizo ese cordón sanitario que se ha hecho para protegerle" al presidente del Gobierno.