Desde el pasado mes de mayo, han sido constantes los rumores sobre la intención de ETA de declarar una tregua este verano. En ello convergen dos intereses: el de Batasuna, consciente de que los atentados les cierran cualquier opción electoral, y el de el Gobierno, interesado en este tiempo de crisis en sacar rédito a una eventual rendición de la banda.
Hoy el diario El Mundo aporta novedades: la tregua se retrasa hasta finales de septiembre y será sin supervisión de su real cese de actividad.
En todo caso, una declaración de tregua servirá al menos para constatar el grado de sinceridad de Batasuna, que ha expresado su intención de romper con ETA si esta no abandona las pistolas.
El Mundo además nos habla de un documento, fechado hace un año, en el que ETA desliza que su tregua será de nuevo una tregua trampa, diseñada solo para facilitar a su frente poítico estar en las elecciones. Un documento escalofriante ya que demuestra que la banda terrorista quiere seguir tutelando la sociedad vasca: no se disolverá, no cedera las armas (por si tiene que volver a utilizarlas, se supone) y no pedirá perdón a sus víctimas, es más, en una cínica vuelta de tuerca exigira al Estado que resarza a las suyas.
En medio de todo esto, se dirime un enfrentamiento, ya casi viejo, entre los posibilistas que están hartos de ETA y los "duros", que no quieren dar un paso atrás. Un reparto de papeles que también puede ser un mero espejismo.
En fín, no se puede descartar que, al final, todo este diseñado para lo de siempre; conseguir que los pro etarras accedan a las instituciones.