Un año más, como cada Nochevieja, el reloj de la Puerta del Sol acude puntual a su cita para marcar la transición entre este 2013 que se va y el 2014 que llega, cargado de ilusiones y de buenos deseos y como cada año, Jesús López se ocupa de que nada falle en ese mágico momento.
En declaraciones a Europa Press, Jesús ha explicado que para que todo funcione a la perfección es "imprescindible subir las pesas todas las semanas" para que el reloj no se pare y además "se revisan las ruedas, las palancas se engrasan y se deja en perfecto estado".
Para los tres relojeros de la relojería Losada, Pedro, Santiago y Jesús estos son los días de más tensión del año y de hecho, desde hoy ya están pendientes de todo y mañana permanecen al pie del cañón "para evitar cualquier cosa no deseada".
"Si es solo subir las pesas vale con una persona pero nos gusta venir más para comprobar y el día 31 venimos los tres porque no podemos permitir que por un fallo de última hora no haya campanadas", ha señalado Jesús.
Sus esfuerzos se centran en que no haya problemas en el momento menos oportuno y ha reconocido que "a última hora" cuando escucha "el griterío de la gente" piensa qué pasaría "si falla". "Pero es imposible, no ha pasado nunca con nosotros, que estamos desde el 95 no ha habido fallos", ha afirmado.
Eso sí, Jesús ha relatado que si algo fallase "tendría que pararse". "Habría que ver en ese momento el porqué y tomar las medidas oportunas, si es una rueda que se ha desgastado cambiar una rueda, pero procuramos que no se dé esa circunstancia", ha añadido.
Y es que este reloj lleva formando parte de la vida de los madrileños desde el siglo XIX. Fue un regalo de José Rodríguez de Losada, un relojero español afincado en Regent Street en Londres, quien se lo regaló al pueblo de Madrid y se inauguró el 19 noviembre de 1866.
Es un reloj mecánico con sonería de horas y cuartos con movimiento con escape de áncoras, y se mantiene "el original", porque salvo "algún pasador o pala que se rompe todo lo demás es lo original".