Lo que empezó siendo un festival multicultural de gastronomía y música ha acabado siendo una macroconcentración de ruido y suciedad en Lavapiés, en pleno centro de Madrid. Esta es la queja del vecindario que enfrenta este fin de semana un nuevo botellón bajo sus ventanas.
El XV Festival Tapapiés, promovido por la asociación de comerciantes del barrio, se presentaba hace unos días como una oportunidad de degustar 92 tapas de 30 países distintos y, de paso, "dar oxígeno" a los bares y restaurantes de la zona. Y lo cierto es que la fórmula ha tenido éxito. Demasiado a juzgar por el enfado de los residentes.
La entidades vecinales han convocado caceroladas a las 20.30 horas para protestar por la falta de control en este evento. Protesta desde los balcones contra el ruido hasta altas horas, la suciedad provocada por restos de comida, botellines, envases, orines, vómitos en la vía pública y la enorme afluencia en aceras y calzadas que hace casi imposible la movilidad.
La protesta por el 'Tapapies', matizan, no va contra el festival que finaliza este domingo sino contra lo que se ha generado a su alrededor.