Madrid siempre quiso ser puerto de mar. Con los Austrias y con los Borbones trató de ganar el Atlántico desde el Guadarrama al Manzanares y por el Tajo hasta Lisboa o incluso alcanzar Sevilla conectando con el Guadalquivir. Ambas empresas acabaron en fracaso.
Madrid fue puerto, sí. Pero fluvial. En Arganzuela, en lo que hoy es Madrid Río, estaba el muelle con sus barcazas que iban con hombres y mercancías entre la capital y Aranjuez. El Canal del Manzanares con sus embarcaderos y esclusas fue lo único que quedó de aquel intento de llegar a la costa.
A pesar de todo, hemos tenido en Madrid un submarino navegando en el lago de la Casa de Campo y un velero amarrado en el Puente de Segovia.
Se puede encontrar la torre de una fragata de la Armada e incluso las enormes anclas de un portaviones y su gran hélice repartidas por la capital y alguna localidad. Y sin ánimo belicoso, hasta tenemos cada año una batalla naval en Vallecas.
El principal museo español dedicado a la historia de la navegación está en el centro de la capital, la coordinación de Salvamento Marítimo se realiza desde un edificio frente a la Casa de Campo y un vecino de Lozoyuela ganó una regata transoceánica entrenando en el embalse de El Atazar.
En El Pardo encontramos uno de los más importantes bancos de pruebas de embarcaciones de todo tipo. De recreo, de competición, navíos militares y grandes buques de carga.
Y dicen que la mejor lonja de pescados de Europa está en Mercamadrid, a 12 kilómetros de la Puerta del Sol y a más de 300 de la costa.
A todo este ambiente marinero le faltaba algo. El sonido de gaviotas. Pero cada vez más de estas aves deciden volar tierra adentro y asentarse o pasar una temporada en las láminas y cursos de agua de Madrid.
Reidoras y sombrías son las especies de gaviota más frecuentes en el río Manzanares, el lago de la Casa de Campo, las Lagunas de Ambroz y otros espacios fluviales de la ciudad y la región.
Sin embargo, la organización SEO-Birdlife cita también los avistamientos ocasionales de gaviota patiamarilla, gaviota argéntea, gaviota cabecinegra, gaviota del Caspio, gaviota cana, gaviota enana y gaviota de Delaware.
Así que, sin tener playa, Madrid tiene casi de todo para que alguno o alguna se pueda sentir casi al borde del mar. Y de alguna manera la Comunidad lo tiene: el Mar de Ontígola, en Aranjuez.