La Audiencia Provincial de Madrid ha condenado a 37 años de prisión al hombre acusado de asesinar a su pareja y a la hija de ésta, de 9 años, y arrojar sus cuerpos a un pozo de San Vicente de la Cabeza (Zamora) en junio de 2014. En la sentencia, la Audiencia madrileña condena a Raúl A.R. como autor de dos delitos de asesinato con agravante de parentesco tras ser declarado culpable por un jurado popular, aunque le absuelve del delito de maltrato habitual.
No obstante, el tribunal explica que, de conformidad con el Código Penal, el límite máximo de cumplimiento de pena será de 25 años, si bien hay que descontar los dos años y cuatro meses que lleva en prisión provisional -desde noviembre de 2014- por lo que nunca podrá pasar más de 22 años y ocho meses en la cárcel. La Sala le impone además el pago de una indemnización a los familiares de las dos víctimas de 60.000 y 45.000 euros.
De este modo, los magistrados consideran probado que Raúl A.R. asfixió hasta la muerte a su pareja la mañana del 29 de junio de 2014 en la vivienda que ambos compartían durante los fines de semana en el distrito madrileño de Vallecas.
La hija de la víctima, que también se encontraba en el domicilio, acudió al lugar del crimen alertada por unos ruidos extraños, donde se encontró al condenado junto al cadáver de su madre, tras lo cual éste se dirigió hacia ella y acabó también con su vida.
Al día siguiente, el procesado trasladó los cadáveres en su vehículo hasta la localidad de San Vicente de la Cabeza (Zamora), en la que su familia tiene una finca, y allí, en un pozo cercano pero poco visible, arrojó los dos cuerpos. La resolución explica el método que el asesino utilizó para ocultar los cadáveres, a los que tapó las cabezas, desnudó y ató a un saco, que servía de lastre para evitar que emergiesen.
A su vez, colocó barras de acero galvanizado sobre ellos, con el mismo propósito de que no alcanzasen la superficie, ni pudiesen ser vistos desde el exterior del pozo, donde fueron encontrados cinco meses después en avanzado estado de descomposición. Raúl A.R. fue detenido en noviembre de 2014 y, ante la sorpresa de los agentes que lo custodiaban, confesó que había dado muerte a ambas pero que había arrojado sus cuerpos en una alcantarilla de Madrid.
Después de comprobar que el detenido había mentido acerca de la localización de los cadáveres, la Policía Nacional se dirigió al domicilio en Zamora donde el condenado les reveló el lugar en el que había ocultado los cuerpos.
Raúl A.R. admitió durante el juicio haber sido el autor de ambos asesinatos e hizo uso de su derecho a la última palabra para pedir "perdón" los familiares de las víctimas, además de indicar que todo había ocurrido por un "arrebato" y que estaba muy "arrepentido".