La Policía y la Guardia Civil han desarticulado un grupo de atracadores responsable de más de 60 delitos, en una operación desarrollada en Madrid que se ha saldado con cinco detenidos, entre ellos su líder, un histórico alunicero que a pesar de su edad, 22 años, cuenta con 50 antecedentes.
Una operación de la que han dado cuenta, en rueda de prensa, los responsables de Policía Judicial de la Policía Nacional, Dionisio Martín, y de la Guardia Civil, Javier Rojero, quienes se han congratulado por estas detenciones que han permitido evitar atracos que la banda tenía previsto perpetrar de cara a la Navidad.
Todos los detenidos suman más de 200 arrestos, la mayoría por delitos patrimoniales.
La autoridad judicial ha decretado el ingreso en prisión de tres de los arrestados, entre ellos el cabecilla de la banda, el joven de 22 años Jesús José P.P., que a pesar de su corta edad es un histórico "alunicero" de Madrid reconvertido en atracador, conocido como "El Chucky", que cuenta con cincuenta detenciones en su mayoría por robo con fuerza e intimidación.
Este líder de la banda se encargaba de planificar los golpes y seleccionar quiénes cometerían los asaltos, a los que exigía ciertas cualidades, como una hábil maestría al volante.
A los arrestados se les imputa el robo cometido el pasado 17 de octubre en una joyería del centro comercial Plenilunio de Madrid, aunque el grupo ya fue desarticulado por la Policía Nacional y la Guardia Civil en diciembre del año pasado, cuando se le atribuyó el asalto a otra joyería de la misma cadena en un centro comercial de Castellón.
En los registros se han localizado armas simuladas, efectos sustraídos y unas características caretas de disfraces que empleaban para evitar su identificación.
Ambos cuerpos aunaron esfuerzos a raíz de que agentes de la Guardia Civil de San Martín de la Vega (Madrid) interceptaran en su huida a uno de los vehículos utilizados en el asalto a la joyería del centro comercial Plenilunio y detener a uno de los autores del robo, dado que la Policía tenía ya una investigación abierta sobre esta banda por hechos similares.
Gracias al cruce de informaciones entre ambos cuerpos se logró identificar al resto de integrantes de la banda y se determinó su autoría en al menos cuatro robos con fuerza, uno de ellos cometido por el método del butrón y una tentativa en El Boalo.
Asimismo, se les imputa diez robos de vehículo a motor, quince de placas de matrícula, otras tantas falsedades documentales y once faltas de estafa, al irse sin pagar de otras tantas estaciones de servicio, entre otras acciones.
Se trata de atracadores altamente especializados que no dudaban en asaltar joyerías, estancos y otros comercios y que llegaron incluso a maniatar a un transportista para sustraer el material tecnológico de su furgoneta, estaban muy coordinados y tenían un reparto de tareas claramente definido.
Cuatro de ellos accedían con un arma de fuego al local, donde mientras dos intimidaban a la dependienta para que les entregase los objetos de valor, los otros dos procedían a fracturar las vitrinas y a llevarse su contenido.
Mientras, en la calle les esperaban con dos vehículos para facilitar la huida, uno para escapar con el botín y el otro para evitar que el primero fuera interceptado por agentes policiales, para lo cual empleaban en ocasiones maniobras de alto riesgo.
Los vehículos empleados eran siempre sustraídos previamente y llegaron a sustituirles las placas de matrículas para evitar ser detectados en eventuales controles.
Una vez localizados todos los miembros de la banda se estableció un dispositivo conjunto de la Guardia Civil y la Policía Nacional para proceder a su detención, que contó con unidades especiales de ambos cuerpos para garantizar la seguridad.
Junto con las detenciones se procedió a llevar a cabo el registro de seis domicilios, cuatro de ellos de forma simultánea y se localizaron tres armas de fuego simuladas, efectos robados, medios técnicos sofisticados para la sustracción de vehículos y útiles como mazas o picos para romper vitrinas.
Además se hallaron unas caretas de disfraz que los detenidos empleaban para ocultar sus rostros y evitar así su identificación.