La alcaldesa de Madrid, Ana Botella, ha aprovechado el que posiblemente será su último discurso institucional, pronunciado en el acto de entrega de las medallas de Oro de la ciudad, para despedirse diciendo que, tras tres años en la Alcaldía, sus compromisos están "razonablemente cumplidos".
"Culmino una trayectoria de servicio público que inicié hace casi cuarenta años. Una trayectoria larga, que considero coherente y honrada", ha dicho la alcaldesa, que ha estado arropada por su esposo, el expresidente del Gobierno José María Aznar, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y el exalcalde Alberto Ruiz-Gallardón.
También han estado, entre los cientos de invitados a la Galería de Cristal del Palacio de Cibeles, casi todos los candidatos a la Presidencia regional y a la alcaldía de la capital con posibilidades de entrar en la Asamblea y en el consistorio, a los que Botella ha mencionado especialmente al inicio de su intervención.
Han faltado la candidata del PP a la Alcaldía, Esperanza Aguirre, que ningún año ha acudido a este acto como han indicado fuentes de su candidatura ante las críticas recibidas de alguno de sus rivales, y los aspirantes del PSOE, IU y Podemos a la Presidencia autonómica, Ángel Gabilondo, Luis García Montero y José Manuel López, respectivamente.
Ana Botella ha recordado que en diciembre de 2011, "después de muchos años de trabajo en la primera fila de la Administración municipal", asumió la "responsabilidad" de gobernar la capital de España y el "honor" de ser la primera mujer que preside la Alcaldía de Madrid.
En ese momento, ha indicado, adquirió varios compromisos que "siempre" ha tenido presentes: asegurar la normalidad y el fortalecimiento institucional, el respeto a la voluntad política de los madrileños y la continuidad con el largo trabajo de cuantos me habían precedido en el cargo.
"Nunca he aspirado a marcar un antes y un después. Al contrario, en mi vida política he procurado siempre tender puentes, unir personas y compartir proyectos. Evitar las rupturas, aunque sea en lo simbólico, es siempre lo prudente y es lo mejor para cualquier sociedad", ha manifestado Botella.
Esa forma de actuar, ha añadido, era más necesaria aún en el caso de Madrid, "porque esta es una gran ciudad que no puede reinventarse cada día, que mantiene un claro sentido de la realidad y sabe diferenciar entre lo ambicioso y lo irrealizable".
"Madrid premia a quien lo intenta, a quien tiene iniciativa y aborda nuevos proyectos; pero mira con escepticismo la falsa originalidad", ha dicho en presencia de quienes aspiran a sucederla en el cargo.
También ha afirmado que quería "un Ayuntamiento abierto a los ciudadanos, transparente y accesible, aprovechando esta sede única, moderna y representativa -en referencia al Palacio de Cibeles- adecuada a lo que Madrid es hoy, a lo que conviene a la proyección de la ciudad y a lo que los madrileños buscan en sus instituciones.
"Una sede que los madrileños han hecho suya más allá de su condición de sede administrativa", ha continuado.
De su labor ha destacado asimismo que se comprometió a "abordar la función de cuadrar las cuentas sin afectar al pulso de la ciudad".
En su discurso, la alcaldesa ha enviado algunos mensajes, por ejemplo que "ésta ha sido una legislatura municipal normal, esforzada pero sin cambios ni mudanzas gratuitas que pudieran desconcertar a los madrileños".
Ha asegurado que "el Ayuntamiento no ha sido instrumento de nada ni de nadie salvo de los intereses y de los vecinos de Madrid" y que, desde su investidura, ha subrayado, "el Ayuntamiento no ha sido estación de paso ni trampolín".
"Aquí hemos estado. Dando la cara ante la peor crisis que recordamos. Sin demagogia ni victimismo. Hemos permanecido hasta el final haciendo exactamente lo que dijimos que haríamos", ha señalado también, antes de augurar para Madrid una nueva "época dorada".
A su juicio, su labor ha dado unos "resultados sobresalientes: hemos reducido la deuda un 45 %, hemos racionalizado nuestros gastos, hemos recuperado la inversión y gracias a esto hemos podido bajar, por primera vez en una década, los impuestos a los madrileños".
Para cerrar su intervención, a la que ha seguido un largo aplauso con casi todos los presentes puestos en pie, ha dejado su agradecimiento hacia su familia, que en estos años "ha crecido y se ha hecho más fuerte" y a la vez le ha hecho "crecer y ser mucho más fuerte".
"No puedo explicar tanto como deseo y tanto como merece -ha asegurado la alcaldesa con la voz entrecortada por la emoción- hasta qué punto su presencia, su aliento y su ejemplo han sido importantes para mí durante este tiempo. Tomo prestadas las palabras del poeta Joan Margarit para decir que pese a todo y siempre, aun en los peores momentos, mi familia ha sabido hacerme misteriosamente feliz".