El Gobierno griego del tecnócrata Lukás Papadimos y sus socios de coalición reforzaron hoy la presión sobre los diputados para que mañana voten unidos a favor del acuerdo con la troika, mientras en las calles continuaban las protestas y huelgas contra las medidas de austeridad que impone el pacto.
Tras la dimisión en los últimos días de los miembros ultraderechistas del gobierno y de varios socialistas, al ex vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE) le han quedado sólo sus dos socios mayoritarios, el partido socialdemócrata PASOK y el conservador Nueva Democracia (ND).
No obstante, ambos cuentan con una mayoría suficiente (236 diputados en el Parlamento de 300 escaños)para sacar adelante el texto negociado con la llamada "troika", la tríada integrada por la Comisión Europea (CE), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central Europeo (BCE).
Sin embargo, en los últimos días 25 diputados del PASOK y 13 de ND han manifestado su rechazo a las duras medidas de ahorro exigidas por los acreedores internacionales, pues conllevarán una drástica reducción de los salarios y las pensiones.
Ante el temor de mayores dimisiones, los líderes de ambos partidos reforzaron este domingo su presión sobre sus respectivos grupos parlamentarios.
El líder de ND, Antonis Samarás, amenazó a los posibles diputados díscolos con no incluirlos en las listas electorales de los comicios anticipados previstos para abril.
Aquel que no vote a favor del memorándum firmado con la troika "no irá en las listas electorales", dijo.
Pero todas las miradas se dirigen al PASOK, cuajado de rencillas y luchas internas por la presidencia del partido, cuyo aún líder, el ex primer ministro Yorgos Papandréu, hizo un emotivo llamamiento a sus parlamentarios para que voten a favor del acuerdo con la troika.
"He perdido amigos, mi familia ha sufrido, he dejado mi puesto, he sido insultado, vilipendiado, como ningún otro político en este país. Aún así, eso no es nada comparado con lo que nuestra gente sufrirá si no hacemos lo correcto", afirmó Papandreu.
La tramitación del acuerdo en la comisión parlamentaria fue llevada a cabo hoy sin sorpresas. El paquete de medidas será discutido mañana en el pleno de la Cámara en un debate que se espera que dure unas diez horas.
La votación está prevista para la medianoche del domingo al lunes, y a los diputados se les preguntará por tres cuestiones: el plan conocido como la quita (la condonación de 100.000 millones de euros de la deuda en manos privadas), el plan de recapitalización bancaria (necesario para contrarrestar las pérdidas que sufrirán los bancos con deuda griega) y las medidas de ajuste que la troika exige a cambio de un crédito de unos 130.000 millones de euros.
Mientras los parlamentarios debaten el acuerdo, en el exterior habrá una manifestación de repulsa a las medidas de austeridad, convocada por partidos de izquierdas, sindicatos y movimientos sociales.
La enésima protesta del año refleja el sentir popular, pues según todos los sondeos, la inmensa mayoría de los griegos se opone al acuerdo.
De hecho hoy tuvo lugar la segunda jornada de la huelga general de 48 horas convocada por los sindicatos en cuanto se hizo público esta semana cuáles iban a ser los sacrificios de la población para seguir obteniendo ayuda financiera externa.
Aunque la participación, tanto en el paro como en las manifestaciones, fue menor a la de ayer, los transportes (especialmente urbanos y marítimos) estuvieron bloqueados.
"¡Elecciones aquí y ahora!", corearon los manifestantes concentrados en la plaza Syntagma, frente al Parlamento, que portaban pancartas llamando a una huelga general indefinida y pidiendo "Pan, educación y libertad".
Una cincuentena de miembros del Partido Comunista, tercera fuerza parlamentaria de Grecia, se colaron en la Acrópolis (cerrada por la huelga) y desde la roca sagrada desplegaron una enorme pancarta con el lema: "Los pueblos tienen el poder y nunca se rinden. ¡Organízate y contraataca!".
En las calles de Atenas se desplegaron más de 5.000 agentes para evitar disturbios -que no sucedieron, como sí ocurrió el viernes- y proteger el edificio del Parlamento de la ira popular.
"Protegéis a unos criminales que, encima, os van a bajar el sueldo", recriminó a los antidisturbios un anciano indignado.