Los suizos rechazaron por sexta vez consecutiva mejorar sus condiciones laborales tras rehusar hoy en referéndum la propuesta de ampliar de cuatro a seis semanas las vacaciones anuales de los trabajadores. El rechazo fue unánime, dado que todos los cantones decidieron oponerse a la propuesta, y el "no" obtuvo el apoyo de 1.530.000 personas, el 66,5 por ciento de los votantes.
Los cantones latinos (de lengua francesa e italiana) sorprendieron al rechazar la propuesta, dado que en las encuestas el rechazo era más tibio que en el resto del país, aunque lo hicieron de forma tímida: un 50,1 por ciento para el cantón de Jura, un 52,6 para el de Ginebra y un 54,1 por ciento para el Ticino.
La propuesta "Seis semanas de vacaciones para todos" tenía el apoyo de las formaciones de izquierda y de los sindicatos, pero contaba con la firme oposición del empresariado y de los partidos de la derecha, mayoritarios.
Los empresarios, que pusieron mucho más empeño, esfuerzo y dinero para hacer campaña en contra que los proponentes para defenderla, expresaron inmediatamente su satisfacción. "Los votantes se han dado cuenta de que algo que a priori parece agradable puede, después de una reflexión, traer muchas desventajas", afirmó Thomas Daum, director de la Unión Patronal Suiza. "Los suizos se han dado cuenta que conceder seis semanas de vacaciones sería demasiado para las pymes", dijo, por su parte, Ursula Fraefel, miembro de la dirección de Economiesuisse.
Los críticos de la iniciativa habían esgrimido durante la campaña que imponer seis semanas sería inasumible por las pymes, dado que el 88 % de la empresas suizas tienen menos de diez trabajadores. El rechazo a la propuesta "es un voto responsable", aseveró a su vez el presidente de la Conferencia Cantonal de directores cantonales de Economía, Jean-Michel Cina. "Los riesgo de pérdidas de trabajo para las pymes era real, dado que no habrían podido reemplazar a todos los trabajadores cuando estuviesen de vacaciones", agregó Cina.
Por su parte, los sindicatos se mostraron decepcionados, pero reconfortados de que el debate se haya instalado. "Estamos un poco decepcionados, pero orgullosos de haber tematizado la cuestión de la sobrecarga de trabajo", declaró Martin Flügel, presidente del sindicato Travail.Suisse, que lanzó la iniciativa. "Nadie ha negado que el estrés exista, ni el Consejo Federal (gobierno) ni la patronal", agregó.
Según datos oficiales, un tercio de la población activa suiza sufre de ansiedad y fatiga: el 20 por ciento de los hombres de 55 años está fuera del mercado laboral por invalidez y el 40 por ciento de las prejubilaciones involuntarias es por razones de salud.
El coste para la sanidad se eleva a 10.000 millones de francos suizos (8.263 millones de euros), un monto superior a los 6.800 millones de francos (más de 5.600 millones de euros) que la implantación de las seis semanas costaría al sistema, cifra que alegaron los detractores de la propuesta.
Asimismo, los sindicatos destacaron que uno de los argumentos de la patronal era que la reglamentación de las vacaciones debía inscribirse en el marco de la negociación colectiva, por lo que anunciaron que, a partir de ahora, se concentrarán en exigir dicha negociación.
El rechazo a la iniciativa no sorprendió a nadie, dado que las encuestas así lo anunciaban desde que la propuesta se conoció, y porque ha sido la constante posición de los helvéticos desde hace medio siglo.
Todas las iniciativas populares que en los últimos cincuenta años han buscado la reducción de la jornada laboral o la ampliación de las vacaciones han fracasado estrepitosamente. Este tipo de cuestiones se han tenido que dirimir en cinco ocasiones anteriormente (1958, 1976, 1985, 1988 y 2002) y en todas los votantes se pronunciaron en contra de mejorar sus condiciones laborales.
Los helvéticos son los campeones europeos en horas de trabajo semanal, con un máximo legal de 45 y una media efectiva de 42,4, frente a las 41,2 de los alemanes y las 38,4 de los franceses.