El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, puso hoy fin a la espera de millones de inmigrantes en el país que aguardaban una acción ejecutiva que frenase su deportación a falta de una reforma migratoria del Congreso, retando así a los republicanos, críticos férreos de la medida.Obama evitará así que unos cinco millones de indocumentados vuelvan a la fuerza a sus países de origen durante los próximos tres años, y priorizará el regreso de aquellos que tengan antecedentes criminales o hayan llegado a Estados Unidos recientemente.
En un discurso ante la nación desde la Casa Blanca, el mandatario recordó, no obstante, que sus medidas no pretenden sustituir a un marco legal que suponga una solución permanente para el sistema migratorio estadounidense, y llamó de nuevo a los legisladores a aprobar un proyecto de ley definitivo. "Quiero -reiteró- trabajar con ambos partidos para aprobar una solución legislativa más permanente. Y el día que firme ese proyecto de ley, las acciones que hoy tomo ya no serán necesarias".
"Pero hasta que eso ocurra -aseguró-, hay acciones que tengo la autoridad legal de tomar como Presidente -el mismo tipo de medidas adoptadas por presidentes demócratas y republicanos antes que yo- y que ayudarán a que nuestro sistema de inmigración sea más legal y más justo".
El mandatario dijo comprender las preocupaciones de los más escépticos sobre su decisión, pero apeló a la historia de inmigrantes que vertebra al país y a sus valores. "¿Somos una nación que tolera la hipocresía de un sistema en el que los trabajadores que recogen nuestra fruta y hacen nuestras camas nunca tengan la oportunidad de estar de acuerdo a la ley?", se preguntó. ¿O somos una nación -prosiguió- que les da la oportunidad de hacer las paces, asumir sus responsabilidades, y dar un futuro mejor a sus hijos?".
La parte clave del plan de Obama beneficiará a los indocumentados que tengan hijos que son ciudadanos estadounidenses o residentes permanentes, que demuestren que llevan en el país desde antes del 1 de enero de 2010 y que carezcan de antecedentes criminales, además de extender la Acción Diferida (DACA) a los jóvenes estudiantes.
Ese programa, que ha evitado la deportación de más de 580.000 jóvenes indocumentados desde agosto de 2012, beneficiará ahora a todos los jóvenes que llegaron a EEUU antes de cumplir 16 años y con anterioridad al 1 de enero de 2010, con independencia de la edad que tengan actualmente.
Minutos antes del discurso del mandatario, el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, volvió a arremeter con la discrecionalidad de la decisión de Obama, a quien acusó de comportarse como "un emperador o un rey". "En lugar de trabajar juntos para arreglar nuestro sistema migratorio fallido, el presidente actúa por su cuenta. Y así no es como funciona una democracia", aseveró el republicano.
Sin embargo, Obama también tuvo respuesta para Boehner y los suyos, a quienes instó de nuevo a aprobar un texto legislativo que haga innecesarios sus decretos. "Para aquellos miembros del Congreso que cuestionan mi autoridad para hacer que nuestro sistema de inmigración funcione mejor, o cuestionan mi capacidad de actuar donde el Congreso ha fallado, tengo una respuesta: aprobad una ley", insistió el presidente.
El Senado estadounidense aprobó hace año y medio un texto legislativo bipartidista para una reforma migratoria integral que contemplaba un camino a la ciudadanía para los indocumentados, y además un fortalecimiento de la seguridad fronteriza, requisito indispensable que solicitaban los conservadores. Pese a ello, la Cámara Baja, de mayoría republicana, nunca sometió a votación el proyecto, dejando estancada la propuesta, sin alternativa alguna, durante meses.
Lo ocurrido hoy supone, tras años de negociaciones sin resultado, la mayor regularización de inmigrantes en Estados Unidos en varias décadas, aunque se trata de una acción frágil que pende del poder ejecutivo, y que otro inquilino de la Casa Blanca podría revocar con facilidad.
Mientras tanto, el presidente ha cumplido, aunque tarde, su promesa de ofrecer un alivio a millones de familias que estaban expuestas a la separación. Además, Obama devuelve al Congreso la responsabilidad de trabajar por una reforma que también puede ser la llave de la Casa Blanca en las elecciones presidenciales de 2016.