El líder de la alianza Cambiemos, Mauricio Macri, se impone en una histórica segunda vuelta de las elecciones presidenciales, celebrada este domingo en Argentina, según los primeros datos provisionales del escrutinio. Con el 10% de las mesas escrutadas, Macri se apunta un 54% de votos, frente al 46% del oficialista Daniel Scioli, del gobernante Frente para la Victoria.
Los primeros resultados del escrutinio han sido presentados en el centro de cómputos en una rueda de prensa encabezada por el ministro de Justicia argentino, Julio Alak, y el director nacional electoral, Alejandro Tulio. "Estos comicios se celebraron con absoluta normalidad, con orden y en paz, y con altísimo nivel de seguridad, organización y fiscalización", ha asegurado Alak, quien ha destacado que el nivel de participación en las elecciones ha sido de casi el 78%.
"Estamos muy felices con los resultados, pero tenemos que ir paso a paso", ha afirmado Marcos Peña, mano derecha de Macri, que se anotó en la primera ronda electoral un 34% de votos. "Estamos muy felices con lo que ha pasado hoy en Argentina. Queríamos venir a dar un mensaje de alegría", ha dicho Peña ante los cientos de simpatizantes reunidos ya en el búnker de la alianza Cambiemos, en Buenos Aires, a la espera de los resultados oficiales.
Por su parte, el equipo de Scioli ha afirmado que este domingo "ganó la democracia" y ha pedido esperar a los resultados oficiales. "En pocas horas vamos a poder saber quién es el próximo presidente", ha manifestado Alberto Pérez, jefe de campaña de Scioli, desde el búnker del kirchnerista Frente para la Victoria.
Más de 32 millones de argentinos están convocados a votar en cerca de 95.000 mesas mixtas distribuidas en 13.880 centros de votación.
Un voto que es obligatorio para los argentinos de entre 18 y 75 años y optativo para los jóvenes de 16 y 17 años.
Los comicios de este domingo cierran el maratoniano calendario electoral de 2015 en Argentina, que ha obligado a algunos votantes a acudir entre seis y siete veces a las urnas en aquellas provincias que desdoblaron los comicios a la gobernación y a la municipalidad de las generales, como en Mendoza (oeste), Santa Fe (centro), Córdoba (centro), Tucumán (norte) y la capital argentina, entre otras.
El sistema de segunda vuelta fue aprobado con la reforma constitucional de 1994, conocida como el Pacto de Olivos, con el peronista Carlos Menem en la Presidencia (1989-1999) y el radical Raúl Alfonsín como líder de la oposición.
HISTÓRICA SEGUNDA VUELTA
Desde entonces, para alcanzar la Presidencia argentina en primera vuelta el candidato más votado debe superar el 45% de los votos válidamente emitidos o el 40% de los sufragios con diez puntos de ventaja sobre el segundo aspirante con más apoyo.Mientras que en la mayoría de países en los que rige el sistema de dos vueltas la línea de corte está en la obtención de la mayoría absoluta (el 50% más uno de los votos).
Desde 1994, la única vez que las presidenciales argentinas plantearon un escenario de doble vuelta fue en 2003, cuando el expresidente Menem y Néstor Kirchner quedaron cabeza a cabeza con un 24,45% y un 22,24%, respectivamente.
Pese a la ventaja y ante la previsión de un fuerte voto de castigo, Menem desistió de competir y Kirchner ascendió a la Presidencia sin necesidad de una segunda vuelta.
El ganador asumirá el 10 de diciembre y recibirá una pesada herencia tras doce años de kirchnerismo en el poder y una gestión de Cristina Fernández marcada por el deterioro progresivo de la economía en la etapa final de sus ocho años de gobierno.
El nuevo presidente tendrá que hacerse cargo de una economía sin crecimiento, con problemas fiscales, monetarios, de financiación e inversión, agravados por un presupuesto de difícil ejecución y leyes que condicionarán su actuación, como la restricción de la venta de las acciones del Estado en empresas.
El lastre también incluye otros asuntos espinosos, como el retraso tarifario, el litigio con los fondos especulativos por la reestructuración de la deuda, un inflación próxima al 25% y una maraña de restricciones cambiarias por desenredar.