El último homenaje a Agnès Dupont de Ligonnès y sus cuatro hijos, encontrados asesinados el pasado 22 de abril en Nantes (oeste de Francia), ha comenzado esta mañana de sábado en la localidad de Noyers-sur-Serein (centro del país), con una misa a la que seguirá su entierro.
La ceremonia comenzó a primera hora en la iglesia de Nuestra Señora en este pueblo de 700 habitantes, situado a 200 kilómetros al sureste de París, de donde es origen la familia de la madre. Estaban presentes unos 200 amigos de la familia, compañeros de clase de los niños y vecinos.
Las urnas con las cenizas serán llevadas a pie hasta el cementerio de la ciudad medieval y depositadas en el panteón familiar.
"La familia está muy mal. Sufren una tristeza a la altura del horror que han vivido", confesaba a la presna Etienne Hodanger, uno de los tres hermanos de la madre de familia asesinada junto a sus hijos.
Casi una treintena de gendarmes se han desplegado en la localidad y han establecido un perímetro de seguridad alrededor de la iglesia y del cementerio para respetar la intimidad de la familia.
Los Dupont de Ligonnès solían pasar sus vacaciones en este pueblo.
El pasado 22 de abril, la policía descubrió los cadáveres de Agnès, de 48 años, y de sus hijos Arthur, Thomas, Anne y Benoît, con edades comprendidas entre los 13 y los 20 años. Todos estaban enterrados en el jardín del domicilio. Los cinco habían sido asesinados a balazos.
El padre de familia, Xavier, de 50 años, que había desaparecido misteriosamente a principios de abril, al mismo tiempo que su familia, tiene a varios agentes detrás, buscándole la pista, ya que es el 'sospechoso número uno' del asesinato.
El hombre fue visto por última vez el 15 de abril en Roquebrune-sur-Argens (sureste de Francia), en un hotel donde pasó la noche. Sin embargo, los investigadores no consiguen localizarle, a pesar de los 130 hombres, apoyados por un helicóptero y perros, que siguen su pista sin descanso por todo el Hexágono.