La estación de Keleti en Budapest, por la que en los últimos días han pasado miles de refugiados de Oriente Medio camino hacia el sueño europeo de una vida sin guerras ni miseria, estaba sumida en la calma que sigue a la tormenta, pero que también anuncia la posibilidad de otro vendaval.
Unas 1.500 personas, la mayoría procedentes de Siria e Irak, abandonaron hoy la capital magiar con destino a Austria, país desde el que la inmensa mayoría quiere continuar su éxodo hacia la Europa más rica, principalmente Alemania.
Es una cifra muy por debajo de la avalancha vivida en los últimos días, cuando varios miles de refugiados partieron, algunos incluso a pie, animados por el anuncio de que Austria y Alemania permitirían la entrada a todo el que llegara.
Una política que ha durado poco. Austria ha anunciado hoy que los controles volverán y que la apertura total de fronteras fue sólo una respuesta a una situación de emergencia.
"Paso a paso, debemos volver desde una medida de emergencia a una normalidad que sea conforme a la ley y digna para las personas", señaló en un comunicado el canciller austríaco, Werner Faymann, tras hablar con su homóloga alemana, Angela Merkel, aunque sin precisar cuándo comenzarán los controles.
La empresa estatal ferroviaria de Austria, ÖBB, informó hoy de que sólo ayer transportó a unos 11.000 refugiados hasta Alemania.
Tras los números, historias con nombre y apellidos, como la de Qais al Zoubi, un sirio de 25 años que salió hace 15 días de su país con un grupo de amigos y cuyo objetivo es llegar a Suecia, donde asegura que tiene parientes.
"Todo va a ir bien", confía a Efe este joven, que tuvo que dejar sus estudios universitarios de Economía y que dice que se marchó simplemente porque en su país la vida no es segura.
"Hemos ido andando, en tren, en barco, hasta nadando", comenta entre sonrisas junto a uno de los amigos que le acompañan en su primer viaje fuera de su país.
Un largo viaje que ha tenido justo en la soñada Europa una de las etapas más duras. "En Hungría hemos tenido demasiado miedo. Se aprovechan de ti", se lamenta sobre el trato recibido en el país centroeuropeo, uno de los que mantiene una postura más dura sobre la llegada de refugiados, pese a que la mayoría sólo quiere cruzarlo lo antes posible para continuar hacia el norte rico.
Desde Serbia, los refugiados pasan a la Unión Europa (UE) a través de Hungría (en lo que van de año, son ya casi 170.000 los que lo han hecho por esta ruta), cuyas autoridades están levantando vallas físicas y legales para impedir que lleguen más.
Amnistía Internacional (AI) denunció hoy con dureza lo que considera un trato inapropiado por parte de las autoridades húngaras a los que vienen huyendo de la guerra.
"La recepción es horrible, completamente inadecuada", resume a Efe Barbora Cernusakova, una observadora de AI que está en el paso fronterizo de Röszke, al sur del país.
Cernusakova asegura que las llegadas no se han ralentizado y que espera que unas 1.600 personas entren en Hungría hoy. No hay violencia física por parte de la Policía, pero sí una total falta de respeto, de atención y de información, explica esta observadora, quien asegura que muchos refugiados denuncian que están siendo tratados como animales.
AI habla de que muchas mujeres y niños tienen que dormir sobre el frío y duro suelo, a la intemperie y sin recibir apenas comida. "Hungría está fallando como Estado. Los servicios son prestados por los voluntarios", asegura.
Si el Gobierno de Budapest no ha estado a la altura de la crisis, muchos húngaros, de nacimiento o adopción, sí se han volcado con los miles de exiliados.
Es el caso de Sofía Ramírez, peruana casada con un húngaro que colabora con Migration Aid, una plataforma de ayuda a los refugiados surgida espontáneamente de la sociedad civil húngara en respuesta a la crisis y que está cargando con el peso de la asistencia en la estación de Keleti.
Ramírez afirma que sólo trata de "dejar un granito de arena para contribuir con los refugiados". "Veo muy polarizado el pueblo húngaro respecto a los refugiados, pese a que haya mucha gente que ayuda. En toda Europa es así", comenta a Efe.
Los propios refugiados son conscientes de ese rechazo y del miedo de muchos europeos ante su llegada masiva. Sobre esas reticencias de Gobiernos y ciudadanos europeos a la llegada de tantos inmigrantes, Qais no puede dejar de darles la razón. "Tienen razón. Somos demasiados. Pero no hay otra opción", lamenta.
ESPAÑA DEBERA ACOJER A 14.921 REFUGIADOS
El plan de reparto de refugiados del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, contempla que España acoja 14.921 personas, según el dominical alemán "Welt am Sonntag".
El plan, que Juncker presentará el miércoles al Parlamento Europeo, apunta a la repartición entre los países de la UE de 120.000 refugiados con el propósito de aliviar la carga que tienen actualmente Grecia, Italia y Hungría.
Alemania, dentro del plan Juncker, acogería 31.443 refugiados; en segundo lugar estaría Francia con 24.031 y en tercer lugar España con la cifra ya mencionada.
Juncker, en declaraciones a otro dominical alemán, "Bild am Sonntag", criticó que algunos países hayan reestablecido los controles de fronteras y dijo que el hecho de que personas busquen refugio en Europa no implica que el tratado de Schengen deje de estar en vigor.
"El derecho a la libre circulación es un gran logro de Europa y es intocable. No podemos poner Schengen en juego sólo porque unos países miembros de la UE violen las reglas europeas y consideren la solidaridad como pura retórica", dijo Juncker.
Según cálculos de las autoridades alemanes durante todo el año entrarán al país cerca de 800.000 refugiados.
LA UNION EUROPEA SE COMPROMETE A MEJORAR LA SEGURIDAD DE LOS REFUGIADOS
Los ministros de Exteriores de la Unión Europea se comprometieron con un plan de cinco puntos para aumentar la cooperación con terceros países para paliar la crisis migratoria que se ha agravado los últimos días.
La jefa de la diplomacia de la UE, Federica Mogherini, enumeró al término de dos días de reuniones informales de los ministros en Luxemburgo esos cinco puntos: los países se comprometen a asegurar protección de las personas que lo necesiten, gestionar su situación en total respeto a los derechos humanos, luchar contra los traficantes de seres humanos, reforzar la asociación con los países de origen y tránsito y abordar los acuerdos de readmisión y devolución, y tratar las causas raíces de la llegada de refugiados.