25 años del Acuerdo de Viernes Santo que llevó la paz a Irlanda del Norte

  • El movimiento republicano presiona al Gobierno británico para que, tal y como contempla el acuerdo convoque un referéndum sobre la reunificación de Irlanda a corto plazo, quizá tan pronto como a finales de esta década.
El primer ministro británico Ton y Blair, y el primer ministro irlandés Bertie Ahern, posan con el senador estadounidense George Mitchell, después de firmar el Acuerdo del Viernes Santo el 10 de abril de 1998
El primer ministro británico Ton y Blair, y el primer ministro irlandés Bertie Ahern, posan con el senador estadounidense George Mitchell, después de firmar el Acuerdo del Viernes Santo el 10 de abril de 1998 |ARCHIVO

El histórico acuerdo del paz del Viernes Santo, cumple 25 años, sentó las bases para que el nacionalismo proirlandés, después de décadas de lucha armada, abrazase la vía democrática y se comprometiese a alcanzar la reunificación de Irlanda por medios pacíficos.

Aquel pacto, firmado el 10 de abril de 1998 en Belfast, puso fin a un conflicto derivado de la partición de la isla en dos jurisdicciones en 1921, en la provincia de Irlanda del Norte y la República de Irlanda.

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No obstante, su fase más violenta, conocida como "The Troubles" ("Los Problemas"), arrancó en los seis condados del Ulster que quedaron bajo mando británico, de mayoría unionista-protestante, hacia 1968, hasta cobrarse en casi 30 años más de 3.500 muertos.

La gran mayoría, en torno a 3.000, se atribuyen al ya inactivo Ejército Republicano Irlandés (IRA), el brazo armado del partido Sinn Féin durante el conflicto.

Después de un cuarto de siglo de proceso de paz, Irlanda del Norte sigue perteneciendo al Reino Unido, pero afronta una nueva etapa en la que las urnas han situado al Sinn Féin, por primera vez en su historia, como la principal fuerza política de la región tras su victoria en las elecciones autonómicas, del pasado mayo.

Desde esta posición de fuerza, el movimiento republicano ya presiona al Gobierno británico para que, tal y como contempla el acuerdo del Viernes Santo, convoque un referéndum sobre la reunificación de Irlanda a corto plazo, quizá tan pronto como a finales de esta década.

En el lado opuesto, el unionismo, desorientado por la pérdida de la hegemonía y su defensa del Brexit -rechazado por la mayoría del electorado norirlandés en la consulta de 2016-, mira con recelo el avance nacionalista, hasta el punto que mantiene suspendido el Gobierno de poder compartido desde hace más de un año.

ESTRATEGIA DE DESGASTE

El Sinn Féin no tiene prisa por aupar a su líder en la región, Michelle O'Neill, al puesto de ministra principal, pues la parálisis institucional encaja con la tradicional estrategia de desgaste diseñada por dirigentes históricos como Gerry Adams y Martin McGuinness durante el conflicto para hacer frente a lo que ellos denominaron como la "larga guerra" contra la ocupación británica.

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En esa hoja de ruta, la lucha armada pasó de ser la única vía hacia la reunificación al comienzo del estallido de la violencia a servir como complemento de la política a mediados de los 80, hasta enterrarla definitivamente abrazando el proceso de paz en 1998.

Tanto el Sinn Féin como el Gobierno británico reconocían así que habían llegado a una situación de tablas en el laberinto norirlandés, en el que ninguna de las dos partes podría derrotar a la otra con sus propias armas.

Este aspecto fue clave para que Adams y McGuinness, además de disponer de bazas negociadoras, pudieran "vender" el acuerdo de paz a sus bases sin dejar por el camino al ala más dura del republicanismo, habituado a escindirse con cada evolución del movimiento.

De hecho, cuatro meses después de la firma del acuerdo, un nuevo IRA, autodenominado IRA Auténtico e integrado por disidentes, perpetró en la localidad norirlandesa de Omagh el peor atentado del conflicto con un coche bomba que acabó con la vida de 29 personas, dos de ellas españolas.

Por suerte, estas escisiones apenas cuentan con el apoyo de su propia comunidad, pero su existencia recuerda que el proceso de paz sigue en marcha y que los violentos aprovechan la inestabilidad política para tratar de descarrilarlo.

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Asimismo, el Brexit también ha generado malestar entre los grupos paramilitares unionistas-protestantes, que ven peligrar la posición de Irlanda del Norte en el Reino Unido y amenazan con retirar su apoyo al proceso democrático.

En este contexto, a pocos días del 25 cumpleaños del acuerdo, el Gobierno británico ha elevado el nivel de la amenaza terrorista en Irlanda del Norte de "considerable" a "grave" ante el peligro de acciones de disidentes republicanos.

Este incremento implica que los servicios secretos británicos MI5 consideran "muy probable" un ataque en Irlanda del Norte, después de que un agente de Policía fue tiroteado el mes pasado por el Nuevo IRA, otra escisión nacionalista.

Sea como fuere, el proceso democrático en la región no tiene marcha atrás, según sostiene el ex primer ministro irlandés Bertie Ahern, uno de los arquitectos, junto a su colega británico Tony Blair, del acuerdo del Viernes Santo.

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"Creo que el deseo abrumador de todo el mundo, incluso de aquellos que participaron en el conflicto, es tener una sociedad en paz. No creo que quieran ver a los jóvenes implicados en esto de nuevo, pero queda el temor", explica Ahern en una entrevista con EFE.

Advierte de que aún quedan "grupos en los dos bandos" que pueden "retomar la violencia", por lo que es necesario que "los políticos sean ahora capaces de debatir y dialogar para evitar una vuelta al pasado". EFE