China se propuso lograr un crecimiento económico de entre un 6,5 y un 7% este año, una meta flexible que Pekín espera que permita acometer las reformas estructurales que necesita el país y mejorar el nivel de vida de sus ciudadanos.
El primer ministro chino, Li Keqiang, así lo proclamó en el discurso que abrió el plenario anual de la Asamblea Nacional Popular (ANP), el órgano legislativo, en el que subrayó que el crecimiento económico es la prioridad del Gobierno y dejó las reformas en un plano secundario.
"El desarrollo (económico) es de importancia primordial para China y es la clave para solucionar todos los problemas que afrontamos", afirmó el primer ministro, en su discurso en el Gran Palacio del Pueblo de Pekín, sede del Legislativo.
Una vez inaugurado el pleno, los casi 3.000 diputados llegados de todos los rincones del gigante asiático que forman la Asamblea perfilarán y aprobarán el decimotercer plan quinquenal, que fija la agenda para el lustro 2016-2020.
Según avanzó Li, la economía china tendrá que crecer al menos un 6,5% anual para doblar en 2020 el producto interior bruto (PIB) y la renta per cápita que China tenía en 2010, los grandes retos, junto con la erradicación de la pobreza, del Partido Comunista para celebrar en 2021 el centenario de su fundación.
El primer ministro introdujo una fórmula poco habitual para fijar objetivo de crecimiento de 2016, al recurrir a un rango porcentual en lugar de una cifra concreta -el año pasado la meta fue crecer "alrededor 7%"-, algo que no sucedía desde 1995. China cosechó en 2015 el alza del PIB más baja desde 1990, un 6,9% interanual, y la nueva meta sugiere que el Gobierno prevé que continúe la desaceleración económica.
Aunque era ampliamente esperado por los analistas, este objetivo se antoja "muy difícil" para la segunda economía mundial, según declaró a Efe el economista de la Escuela Internacional de Negocios China-Europa de Shanghái (CEIBS) Xu Bin.
"El objetivo de crecimiento es más alto que el potencial que tiene la economía china ahora mismo, al menos más que el potencial saludable, pero, si el Gobierno quiere, lo puede conseguir mediante estímulos monetarios y una política fiscal expansiva", explicó Xu.
En este sentido, el presupuesto de 2016 presentado hoy por el Gobierno chino eleva el gasto público un 7% hasta los 2,74 billones de yuanes (418.900 millones de dólares, 382.600 millones de euros), con un aumento de un 7,6% en la partida de Defensa, su menor incremento en seis años, frente al del 10,1% de 2015.
Además, Li anunció una subida del techo de déficit hasta el 3% del PIB, que sería el más alto desde 1979 y equivaldría a 2,18 billones de yuanes (333.800 millones de dólares, 304.900 millones de euros).
El primer ministro prometió más fondos para sanidad, límites al consumo de energía para reducir la contaminación que ahoga a muchas zonas del país y la continuidad de la campaña contra la corrupción que acometido el Gobierno en los últimos tres años.
Con estas medidas, trató congraciarse con una población que mira con incertidumbre la coyuntura económica y los planes de Pekín para eliminar los excesos de capacidad industrial, que se estima que pueden costar varios millones de empleos. Para intentar calmar inquietudes, anunció un fondo de 100.000 millones de yuanes (14.000 millones de euros, 15.400 millones de dólares) para apoyar a quienes pierdan su empleo.
El discurso de Li consagró el cambio de rumbo en la política económica del Gobierno chino, que se aleja de las medidas keynesianas centradas incentivar la demanda y busca dinamizar la economía por el lado de la oferta, con rebajas de impuestos a las empresas.
El primer ministro chino auguró que el país tendrá que librar una "dura batalla" para cumplir sus objetivos, dada la debilidad de la recuperación económica mundial y los problemas internos que, reconoció, "se han ido acumulado a lo largo de los años y se están haciendo más evidentes".
Las reformas en el campo financiero, las empresas estatales o la liberalización de sectores monopolizados por el sector público quedaron relegados a un segundo término en la alocución de Li, que insistió en la necesidad de potenciar el crecimiento económico. "Hay un conflicto entre las reformas que serían beneficiosas a largo plazo y el crecimiento económico a corto plazo", expuso Xu, el experto de CEIBS.
Para este economista, la agenda reformista del Gobierno chino está condicionada por los compromisos adquiridos por el Partido Comunista para su centenario de 2021: doblar el PIB y la renta per cápita de 2010 y erradicar la pobreza.
"El Gobierno necesita una legitimidad y la obtiene de doblar los ingresos de la población, reducir la pobreza y las desigualdades, y mejorar el medio ambiente y el bienestar social. En cierta forma, no tiene elección", consideró Xu.