El Banco Central Europeo (BCE) vinculará su plan de compra de deuda soberana en el mercado secundario a la revisión periódica de la implementación de reformas y ajustes en los países que soliciten un rescate y activen este programa.
Así lo explicó el presidente del BCE, Mario Draghi, en una entrevista publicada hoy por el semanario alemán "Der Spiegel", en la que ahonda en los detalles de su programa de compra de bonos, una estrategia especialmente controvertida para Berlín.
"Sólo compraremos deuda de esos países que acepten estrictas condiciones y comprobaremos exactamente si las condiciones se cumplen", aseguró.
Draghi agregó que "cuando un país no cumpla lo acordado", el BCE "no reanudará" su plan de compra ilimitada de bonos, denominado programa de Transacciones Monetarias Abiertas (Outright Monetary Transactions, OMT por sus siglas en inglés).
"Hemos anunciado que las operaciones (del OMT) se detendrán tan pronto como sea inspeccionado un país acogido a un programa (de rescate). Entonces pediremos al (Fondo Monetario Internacional) FMI y a la Comisión (Europea) que evalúen si el país cumple con las condiciones. Sólo entonces retomaremos las operaciones", explicó.
El presidente del BCE señaló que "no hay mejor protección contra la crisis de la eurozona que el éxito de las reformas estructurales en el sur de Europa".
Con respecto a la puesta en marcha, bajo paraguas del BCE, del supervisor bancario común -que empezará a gestarse el próximo enero y estará a pleno rendimiento a principios de 2014-, Draghi puso en duda la independencia de los supervisores nacionales.
"No queremos reemplazar a los órganos de supervisión nacionales, sino cooperación con ellos de forma estrecha. Pero ellos deben ser independientes de sus gobiernos al evaluar los problemas. Repetidamente en el pasado han silenciado las dificultades en el sector bancario", apuntó.
El presidente del BCE evitó en este punto -como en el resto de la extensa entrevista- citar países concretos, pese a las reiteradas menciones concretas del entrevistador, que centraba sus preguntas en España, Grecia e Italia.
Draghi añadió que un supervisor común "con su centro de decisiones en Fráncfort", donde se emplaza la sede del BCE, será "más independiente" y "más rápido".
Por último, el presidente de la autoridad monetaria indicó, en línea con las tesis de la canciller alemana, Angela Merkel, y frente a la opinión de Bruselas y Madrid, que es preferible que el supervisor bancario eche a rodar algo más tarde, esto es, en 2014, pero de forma efectiva desde el principio.