Dura. Áspera. Complicada y con peligro resultó ser la corrida de Escolar. Para, mire usted por dónde, también y precisamente por todo ello, resultar interesante.
No, no por lo de peligrosa, algunos con peligro sordo, sino por lo que exigió al buen aficionado de estar pendiente de todo. Y no digamos a los de luces.
Que la corrida fue tolerable es otra historia. Y a fe mia que no lo fue. Pero, que la corrida fue lidiable... ¡Vaya que sí!
¿Qué se le pegó mucho en el caballo? Pues es cierto. ¿Y qué hubo desconcierto en el ruedo, mala lidia, desorden, desconfianza? También.
Pero ante corridas como la de Escolar lo que no se puede es medir con la misma vara que se mide en las corridas bobaliconas, insípidas y deslúcidas como las de otras tardes.
Por eso, mi respeto para la terna, con un Robleño muy dispuesto y un aguilar hacedor de lo imposible.
Y dejo para el final a Rafaelillo pues si de poner peros se tratara, a Rafaelillo le ha faltado la actitud combativa de otras tardes. Y que dicha actitud se transmitiera al tendido.
Mi respeto para la terna por lo dura que fue la de Escolar. Y mi respeto para Escolar por lo entretenida que fue su corrida. No digo que buena, pero sí que no hubo tiempo para el aburrimiento.
Al menos entre los buenos aficionados.