Entre todas las Marías del Museo del Prado "no encontramos ninguna tan poderosa y sensual y provocativamente moderna" como 'La Virgen con el Niño y los ángeles' de Jean Fouquet, que se exhibe en el museo dentro del programa "La obra invitada".
Así lo consideró el director de la pinacoteca, Miguel Zugaza, para quien poder contemplar esta pintura en el museo es "una oportunidad fascinante" y "todo un acontecimiento", al tratarse de "una obra maestra europea de todos los tiempos, máxima expresión del refinado arte de su autor".
Icono excepcional del arte, La Virgen con el Niño y los ángele' de Fouquet es una obra maestra europea del siglo XV de la que el público podrá disfrutar hasta el 25 de mayo debido a las obras de adecuación que se están llevando a cabo en el Museo de Amberes (Bélgica), por lo que ha sido posible su préstamo al Prado.
"MARAVILLOSA Y ENIGMÁTICA"
La obra de Jean Fouquet (1420-1481), el mejor pintor y miniaturista francés del siglo XV, es el equivalente de la Mona Lisa que está en el Louvre, en opinión de Paul Huvenne, director del Real Museo de Bellas Artes de Amberes, del que la pintura no había salido desde su llegada a principios del siglo XIX.
Para el responsable del Museo de Amberes, la obra es "maravillosa y enigmática" y tiene unas "calidades y cualidades artísticas extraordinarias".
También de "absolutamente extraordinaria" calificó la pintura el director adjunto de Conservación del museo Gabriele Finaldi, para quien es una gran oportunidad contemplarla junto a "La Oración en el huerto con el donante Luis I de Orleans", del artista francés Colart de Laon, adquirida por el Prado en 2012.
Pilar Silva, jefe del departamento de Pintura Española y Pintura Flamenca y Escuelas del Norte y comisaria de esta edición de "La obra invitada" recordó que fue Etienne Chevalier, tesorero de los reyes de Francia Carlos VII y Luis XI, quien encargó a Jean Fouquet un díptico que permaneció en la iglesia colegial de Nôtre Dame de Melun hasta que a finales del siglo XVIII fue dividido.
El panel izquierdo, que pertenece a la Gemäldegalerie de Berlín, muestra a Etienne Chevalier arrodillado, acompañado por san Esteban, mientras que el panel derecho que se exhibe en el Prado representa a la Virgen de una manera sorprendentemente original en el contexto de la pintura francesa de la época.
Según Silva, en esta pintura se aprecian las influencias que contribuyeron al arte de Fouquet. "Si la iconografía y, en particular, los ángeles monocromos rojos y azules están en deuda con la tradición nórdica, el modo en que resuelve la composición y la materializa evidencian su conocimiento del arte flamenco y del Quattrocento italiano".
La forma de traducir las diferentes materias y los efectos de luz remiten a Jan van Eyck, mientras que la construcción geométrica del espacio y su gusto por las formas puras, como la cabeza oval de la Virgen o sus senos trazados como con compás, evocan las obras de Paolo Ucello y de Piero della Francesca.
Fouquet representa a María como Madona de la leche, en posición frontal, ante un rico trono. La corona de perlas y piedras preciosas, que descansa sobre su cabeza sujetando un velo transparente, la identifica como reina de los cielos.
Lleva una capa de armiño y un traje de seda gris, que destaca su cintura estrechísima, mientras que el corpiño abierto deja ver uno de sus senos redondos.
María, con su piel blanca como el marfil, encarna el ideal de belleza de la época, casi sin cejas, con el nacimiento del cabello muy hacia atrás y unos rasgos, que según la tradición, serían los de Agnes Sorel, la amante del rey Carlos VII, la primera amante real reconocida de forma oficial, de gran belleza y de la que Etienne Chevalier fue testamentario.
Agnes Sorel tuvo tres hijas con el rey y estaba en su cuarto embarazo cuando murió envenenada con mercurio.