Los aficionados podrán disfrutar de un final de lujo para las corridas en Cataluña antes de que en 2012 entre en vigor su prohibición, ya que el famoso torero José Tomás protagonizará el domingo el último espectáculo taurino en la plaza de la Monumental de Barcelona.
El Parlamento catalán prohibió la tradición centenaria en julio del año pasado, después de aprobar una iniciativa legislativa popular presentada por una plataforma antitaurina con 180.000 firmas.
Pero los ganaderos están convencidos de que tendrán una oportunidad de revertir la prohibición y recuperar los toros para la próxima temporada en Cataluña, la segunda comunidad autónoma española que ha prohibido el espectáculo, además de Canarias.
"Creo que los políticos recapacitaran y las corridas seguirán existiendo en Barcelona, y gracias a Dios porque los catalanes son grandes aficionados", dijo Moisés Fraile, de 64 años, propietario de la ganadería El Pilar, cuyos toros se lidiarán en la corrida del domingo.
"La gente debería poder asistir a los espectáculos dentro de un país democrático", agregó.
Unos 20.000 espectadores abarrotarán la plaza barcelonesa - inaugurada hace casi un siglo y la única que aún tiene actividad en Cataluña - para ver al madrileño José Tomás, que se retiró en 2002 y protagonizó un esperadísimo regreso en 2007, precisamente en La Monumental.
"Hay tres posibilidades de que cambie la ley", dijo Paco March, crítico taurino del principal diario catalán, La Vanguardia.
March dijo que además de que el Partido Popular haya recurrido la prohibición ante el Tribunal Constitucional, la Federación de entidades taurinas de Cataluña está recogiendo firmas para presentar una petición ante el Congreso de los Diputados en Madrid.
Los problemas económicos de España también podrían ser un factor, ya que gobiernos regionales como el catalán están bajo una enorme presión para recortar el gasto y ayudar así a reducir el déficit público de España para intentar evitar caer en un rescate, como les ha ocurrido a Grecia, Portugal e Irlanda.
Estas medidas de austeridad podrían hacer más difícil al Gobierno catalán pagar la millonaria indemnización que ha pedido por el cierre el propietario de La Monumental, Pedro Balañá.
LA AFICIÓN VA DECAYENDO
Pero aunque los protaurinos consiguieran recuperar las corridas en Cataluña, la suerte de este espectáculo podría estar echada.
Cada año, menos españoles van a las plazas. El número de corridas cayó un 34 por ciento entre 2007 y 2010, de acuerdo con datos oficiales. El otro coso barcelonés, Las Arenas, cerró en los años 70 y ahora es un centro comercial.
"No conozco a nadie de mi edad que vaya a una corrida. Quizás sólo conozco a mis suegros. No es una tradición catalana sino una tradición andaluza o bien de Extremadura", dijo Laia Gómez, una joven de Barcelona de 31 años que trabaja en atención al cliente.
"Ponen el toro en una posición de desigualdad, lo cual es un factor mucho más importante que cualquier tradición", aseguró.
Los jóvenes conocen pocos nombres de toreros famosos, y la mayoría tiene incluso dificultades para explicar a un extranjero cuáles son las principales normas de una corrida.
José Tomás es el único matador que ha conseguido llenar La Monumental en los últimos años.
Las elecciones generales del 20 de noviembre también podrían desempeñar un papel relevante en el futuro de este espectáculo. Según los sondeos, el PP ganará cómodamente tras ocho años del PSOE en el poder, y el partido de centroderecha podría presionar a los nacionalistas moderados de CiU que gobiernan en Cataluña para que recuperen esta tradición a cambio de apoyo financiero.
La prohibición de las corridas ha sido un paso más en una campaña por diferenciarse del resto del Estado. Muchos catalanes que creen que el Gobierno central les impone su cultura mediante el idioma ven los toros como algo parecido, aunque las corridas también son una tradición catalana.
A ello se suman los "correbous", en los que el toro es acosado de diversas formas en las calles de los pueblos pero sin morir y que el Parlamento catalán ha blindado.
En el resto de España también abundan las protestas antitaurinas, argumentando que esta tradición no tiene lugar en la sociedad moderna, que no acepta el maltrato a los animales