El novillero Gonzalo Caballero, que toreaba su segunda novillada con picadores, cortó una oreja el lunes en Madrid, como en la anterior, en Sevilla, en la Feria de Abril, revelándose como una firme promesa.
FICHA DEL FESTEJO.- Tres novillos de Buenavista, dos -cuarto y sexto- de Fernando Peña, y un sobrero que hizo primero de Couto de Fornilhos, bien presentados y de poco juego, aunque el tercero resultó más manejable, sin embargo, sin llegar a "romper" del todo en bueno.
Conchi Ríos: estocada enhebrada en el número a toro arrancado y dos descabellos (leves pitos tras aviso); y dos pinchazos (pitos).
Tulio Salguero: pinchazo, casi entera baja y descabello (silencio); y pinchazo y estocada baja (silencio tras aviso).
Gonzalo Caballero: estocada (oreja); y estocada (ovación en la despedida).
En cuadrillas, Paco Chaves saludó tras banderillear al quinto.
La plaza tuvo tres cuartos de entrada en tarde agradable, aunque con ligeras rachas de viento que en ocasiones molestaron en el ruedo.
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CABALLERO, REVELACIàN
El novísimo Gonzalo Caballero es un caso único en "la Fiesta", al debutar con picadores nada menos que en La Maestranza y hacer el siguiente paseíllo un mes después en Las Ventas. Las dos plazas de mayor responsabilidad del mundo taurino. Una doble apuesta que no se conoce en la historia.
Y lo bueno no sólo ha sido estar anunciado, si no triunfar. De modo que, sin entrar en detalles y valoraciones de su estilo y capacidad, Gonzalo Caballero, madrileño de veinte años, es la última revelación de los novilleros.
Desde luego no se puede empezar con mejor pie, cortándole una oreja con mucha fuerza al novillo del debut en el coso venteño. Aunque en las declaraciones a los periodistas al salir de la plaza mostraba el joven su contrariedad por las nulas posibilidades del sexto novillo, que le impidió redondear la tarde.
Sin duda que habría soñado con la Puerta Grande, que de momento tendrá que esperar, pero no es muy aventurado pensar que en cualquier momento pueda salir por ella en volandas. A tenor de lo que apunta, las cosas que hizo y las facultades que se le adivinan, hay torero importante a la vista.
Ese tercer novillo de la tarde fue el más potable, o para ser exactos, el menos malo de los lidiados, y aún así no terminaba de pasar, de embestidas cortas. No hubo nada relevante con el capote, pero la faena de muleta cautivó de principio a fin.
Estatuarios, muy planchada la muleta, con el remate del pase del desdén, una trinchera, molinete sobre la marcha y el de pecho. Menudo jaleo hubo de olés. Y a partir de ahí el toreo fundamental intercalando las dos manos, con la figura muy encajada, quieta la planta, y moviendo la muleta con mucho temple y serenidad.
Exquisita armonía también en "las cositas" entre series, adornos muy a modo. Y las manoletinas finales.
¿Que hubo dos desarmes? Efectivamente, pero sería el colmo censurarle algunas ausencias que todavía le falta pulir. Y también hay que advertir que el mérito de la faena fue suyo, por encima del novillo. Con el espadazo final amarró definitivamente la oreja.
Una pena que el sexto, "rajadito" desde el principio, no colaboró. Aplomado, quizás por el duro castigo que llevó en varas, no tuvo un pase. Ahí fue cuando el novísimo Caballero se mosqueó. Pero tiempo al tiempo con él.
Actuación regresiva la que cumplió Conchi Ríos, que hoy ha devuelto definitivamente la Puerta Grande que alcanzó el verano pasado en esta misma plaza. Se vio desbordada por el brutote y desclasado primero, que no terminó de descolgar y pegaba tornillazos. También el viento fue una dificultad añadida. Pero la actitud de la novillero murciana fue decepcionante.
En el cuarto, que no fue tan malo, se le vio de otra manera, aún así no terminaba de enganchar las embestidas, más bien acompañando, y sin sujetar los pies.
Tampoco Salguero estuvo por la labor. Aparente en la disposición, sin embargo, el corte encimista de su primer trasteo escondía una acusada inoperancia y hasta falta de valor, saliéndole todos los pases tropezados. En el quinto, entre prisas y dudas, le faltó colocación y quietud, rematando todos los muletazos por arriba.
No hay excusas pese a la mala condición del ganado y el viento. Lo dejó claro Gonzalo Caballero en la misma adversidad de los compañeros.