En el verano de 2015, como cualquier otro espectador, el fotógrafo cordobés Rafa Alcaide asistió al bombardeo de noticias sobre el mayor exilio del siglo XXI: miles de personas llegando a las costas griegas desde Oriente Medio con la ilusión de dejar atrás los conflictos y empezar una nueva vida en Europa.
Algo le movió a coger su cámara y lanzarse en un viaje autofinanciado hacia las fronteras de Serbia y Hungría para retratar este éxodo masivo, justo cuando Europa decía en público que acogería a un gran número de refugiados, mientras países como Hungría decretaban el cierre de sus fronteras contando para ello con los votos de la ultraderecha.
Esa Europa de contrastes es el escenario que Rafa Alcaide, colaborador de la Agencia Efe, retrató esos días, el cuadro por el que deambulaban la desesperanza y el miedo que captó sobre todo en los ojos de los refugiados, y que constituye un testimonio único, pues, como explica el fotógrafo, él era el único periodista gráfico español en el momento en que se abrió aquella ruta de los Balcanes.
Cuarenta de aquellas fotos, algunas de ellas publicadas por la Agencia Efe en septiembre de 2015, forman hoy parte de la exposición "Fronteras", la única al aire libre dentro de la XXV Bienal Internacional de Fotografía de Córdoba, y que está ubicada en pleno centro de la ciudad, en el transitado bulevar del Gran Capitán, dentro de un espacio que simboliza un centro de internamiento, vallado y perimetrado.
"Fronteras" muestra un recorrido, el que hicieron miles de refugiados desde la frontera serbio-húngara, pasando por Croacia o Eslovenia, en su itinerario hacia Austria, mientras los políticos de los países de acogida decidían qué hacer con ellos, y mientras los propios exiliados veían con desesperanza que el viaje que habían emprendido no terminaba con su llegada a Lesbos (Grecia).
De hecho, de aquellos días que Alcaide pasó sobre el terreno junto con la también periodista cordobesa Estrella Serna, recuerda los ojos de los niños, especialmente aquellos que venían del conflicto sirio, y "la incredulidad y la sorpresa ante cómo los trataban".
"Esas caras son las que más recuerdo", remarca el fotoperiodista, que captó con su cámara cómo se separaba a familias enteras para montarlos en autocares y desplazarlos de un punto a otro, una serie de instantáneas que hoy se pueden ver en algunos autobuses interurbanos de Córdoba.
También muestra la exposición los enfrentamientos de la policía y el ejército con los exiliados y los improvisados campos de refugiados que se montaron aquellos días en lugares como estaciones de trenes o gasolineras, algunos de los cuales continúan en la actualidad.
De hecho, Alcaide reconoce que lo "absurdo" de una exposición como ésta es que sigue tan vigente que hoy permanece vivo el conflicto pero se ha olvidado en los medios.
"Ya no está de moda hablar de ellos en los medios de comunicación y a veces pienso que nos hemos olvidado de esta gente, que está allí, repartida desde Grecia hasta Eslovenia o Croacia", lamenta el fotoperiodista.
Para que no se olvide, "Fronteras" cuenta parte de una historia inconclusa y deja estampas "brutales", tal y como cuenta Virginia, una joven cordobesa que sale al borde de las lágrimas de la exposición después de observar tanto drama en apenas 20 metros cuadrados.
Sobre estas impresiones, Alcaide pone el foco en que, desgraciadamente, el público está más acostumbrado a las imágenes de guerra que a sus consecuencias, y captar "lo que viene después del conflicto armado" es "mucho más atractivo gráficamente".
Alcaide buscaba precisamente este tipo de impacto a quemarropa con la exposición, de cuya producción y montaje se ha encargado él mismo, y cuya presencia en el entorno urbano de una ciudad como Córdoba pretende hacer reflexionar sobre por qué ese mismo espacio les está vetado a los protagonistas de sus fotos.
Sin presencia oficial del Ayuntamiento cordobés a pesar de la importancia histórica de una muestra como ésta, "Fronteras" se podrá ver hasta el próximo 21 de mayo, aunque la intención de Alcaide es llevar las fotos a todas las ciudades que demanden tener un pedazo de historia de un conflicto que no tiene visos de resolverse a corto plazo.