Dureza en el ruedo e ingratitud en el tendido

Una corrida de toros encastada y muy exigente, dura para los toreros, se vio en el tendido como un gran espectáculo en detrimento de los toreros, a los que se les pitó no siempre justificadamente mientras eran aplaudidos los arrastres.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Celestino Cuadri, grandes y encastados, difíciles y hasta con "peligro sordo", no obstante, fueron excepción el tercero por el pitón derecho y el quinto por el izquierdo. Aplaudidos, primero, segundo, tercero y sexto. El quinto, ovacionado.

Rafael Rubio "Rafaelillo": dos pinchazos, casi entera atravesada y descabello (silencio tras aviso); tres pinchazos, media y tres descabellos (pitos); y en el que estoqueó por Castaño, estocada desprendida (silencio).

Javier Castaño: tres pinchazos, estocada y cuatro descabellos (palmas).

Luis Bolívar: pinchazo y estocada (silencio); y media desprendida con vómito (pitos).

En cuadrillas, Marco Galán lidió impecable al segundo, al que David Adalid puso un buen par.

En la enfermería fue atendido Javier Castaño de "traumatismo craneal y cervical, con conmoción cerebral, de pronóstico reservado pendiente de estudio radiológico".

La plaza rozó el llenó con la habitual "calva" en el tendido alto del "sol".

TOROS Y PÚBLICO EN CONTRA DE LOS TOREROS

Un trago para los toreros, por los toros y por el público, muy exigentes unos y otros. Corrida con mucho aparato por fuera y con malas y a veces indescifrables ideas.

Desde el principio la gente tomó partido por los toros, sin entrar a valorar sus dificultades, sin tener en cuenta el esfuerzo de los toreros, así que anidó pronto el desánimo en el ruedo.

La corrida se puso cuesta abajo para los toreros desde el momento en que se aplaudió el arrastre del "cuadri" que abrió plaza. ¿Qué hacer? debieron preguntarse Rafaelillo, Castaño y Bolívar después del trago que le tocó pasar al primero.

Un toro que "embistió" al capote echando las manos por delante y con la cara arriba. En el caballo empujó con un sólo pitón y sin humillar. En la muleta se fue quedando cada vez más corto y reponiendo las embestidas. Y menos mal que al final apretó poco, pues tenía lo que en el jerga se llama "peligro sordo", que no transciende. Tampoco "Rafaelillo" estuvo por la labor, pero el toro no era para aplaudirle.

A partir de ahí, el mismo decorado.

Castaño saludó con el capote al segundo lidiándolo sobre las piernas, para sacarlo hacia fuera, ya que apretaba a tablas. El hombre quiso lucirlo en el caballo, poniéndolo de largo, y entró a la primera. Metió el toro los riñones, sin embargo, con la cara arriba.

Casta, que no bravura, y mal estilo en el último tercio pese a que de nuevo intentó exhibirlo el torero dándole distancia en los primeros cites a derechas. Enseguida tuvo que acortar distancias, pues se volvía y no era de fiar. Por la derecha iba con el freno de mano echado, y con la cara natural y sin obedecer por el otro pitón. El trasteo de Castaño tuvo mucha firmeza, naturalmente renunciando a la estética.

Castaño había quedado grogui al perderle la cara al toro y resultar arrollado cuando se volvía para pedir el cambio de tercio tras el segundo puyazo. Después de estoquerlo entró en la enfermería y ya no volvió al ruedo.

El primero de Bolívar fue el más franco del encierro, sin embargo, encastado y bruto al cincuenta por ciento, moviéndose "con motor" pero poca clase. Protestó mucho por el izquierdo, a pesar de todo hubo pasajes de toreo por la derecha de cierta enjundia. Pero la gente se había inclinado definitivamente por el toro, y no le echaron cuentas al torero.

Rafaelillo vivió un calvario con el cuarto, el peor de todos, una alimaña que no pasaba. Breve e inteligente trasteo sobre las piernas antes de ser pitado sin la mínima consideración.

El quinto, que iba mejor por el izquierdo, tuvo un comportamiento irregular, pues tomaba la muleta bien una vez, y dos no. La faena de Bolívar fue también discontinua, y por supuesto pitada al final.

Cerro Rafaelillo con un toro que le hubiera correspondido en quinto lugar a Castaño. Noblón y con poca alegría en la forma de embestir. Molestó menos y no aportó nada. Fue el único alivio en la tarde.