El Circuit Festival ha convertido a Barcelona en la capital mundial de gays y lesbianas, con un programa de 11 días en el que más de 71.000 personas, la mayoría extranjeros, participarán en numerosas actividades festivas, culturales o gastronómicas orientadas a que los asistentes pasen unas vacaciones inolvidables.
"Barcelona está de moda entre el público gay y miles de turistas homosexuales deciden visitar la ciudad cada año gracias a su atractiva mezcla de sol, playa, cultura, gastronomía, ocio y, sobre todo, por su tolerancia y porque pueden pasear de la mano de sus parejas por la calle sin que nadie les diga nada", explica Teseo Cuadreny, portavoz del Circuit.
El macrofestival gay arrancó anoche con una velada musical en la terraza del hotel Axel, y terminará el próximo 17 de agosto, después de 22 fiestas y más de 15 actividades diurnas relacionadas con la cultura, el arte, los deportes y el activismo LGTB.
Hombres de 25 a 45 años, profesionales liberales de clase media-alta y con un alto poder adquisitivo, son el perfil de persona que asiste al Circuit, un colectivo que gasta una media diaria por persona de 250 euros, lo que significa una inyección de más de cien millones euros para la ciudad, si se tiene en cuenta que la estancia habitual es de una semana.
Este año se sumarán además al festival 2.500 cruceristas del "Atlantis Cruise", el prestigioso crucero gay norteamericano que atracará en el puerto de Barcelona el 12 de agosto, coincidiendo con el "Water Park Day", la mayor fiesta para gais y lesbianas que se organiza en un parque acuático y en el que esperan a más de 7.000 asistentes.
Adriá Muñoz, director del hotel Axel, orientado al cliente homosexual, ha destacado que los asistentes a este festival gay no son turistas al uso porque en general "no les interesa ver ni la Sagrada Familia, ni el MNAC ni el Museo Picasso, sino que vienen a pasarlo bien, a hacer contactos, de compras, a comer bien y a pasar unos días siendo ellos mismos".
Según Muñoz, hay clientes que se encuentran de un año al otro y se convierten en amigos ocasionales para estos días, porque muchos de los que vienen a Barcelona al festival se convierten en asiduos.
Teseo Cuadreny ha remarcado que los once días intensos de programa "en el que ya es el festival de verano gay más importante del mundo", está haciendo que otras ciudades quieran organizar eventos similares en otras épocas del año porque se ha visto que el ocio vacacional para homosexuales y lesbianas es rentable.
ACTIVIDADES CULTURALES
Desde el punto de vista cultural, las actividades de este año se centran en cuatro exposiciones de arte de cuatro galerías alternativas barcelonesas, en las que todas las piezas que se exponen y están a la venta tienen una iconografía y la estética muy atractiva para el público gay.
Las piezas son de formatos pequeños y medianos para que las obras sean vendibles, y la realidad es que muchos las compran como recuerdo, y casi todo se vende.
Otra actividad cultural que se ha organizado estos días es una ruta a pie por Barcelona en la que se habla de la historia de la ciudad a través de la homosexualidad o de personas que lo fueron y dejaron su huella.
Se visitan vestigios de la edad media cuando se hablaba del sexo de los ángeles, se muestran los locales en los que durante el franquismo los homosexuales se podían relacionar, y locales emblemáticos del mundo gay durante la República, como "La Criolla", que frecuentaban homosexuales, transformistas y burgueses a los que les gustaba bajar durante un rato a la parte oscura de la ciudad.
La visita pasa también por la zona del Pla de l'Os, en la Rambla, y allí se explica que estaba la sede del Tribunal del Santo Oficio, que juzgaba o los homosexuales y los mandaba quemar o a prisión por su condición sexual.
En las primeras ediciones del Circuit Festival la mayoría de los asistentes eran europeos, pero ahora llegan a Barcelona muchos brasileños, norteamericanos, australianos y asiáticos, especialmente de China y Taiwán, además de muchos homosexuales de Israel y el mundo árabe, que ya suponen entre el 5-10 % del total.
Esta afluencia de musulmanes ha provocado que en las fiestas no se usen productos con cerdo, y de este modo los "perritos calientes" que se sirven estén elaborados con carne de pollo y de pavo para que todo el mundo los pueda comer sin problemas.