Nada menos que un 40 por ciento de los tumores podría evitarse con una buena alimentación. O, dicho de otro modo: 4 de cada diez tumores malignos son provocados por mantener de forma continuada una dieta no saludable. En 2011, el libro “La biblia contra el Cáncer”, escrito por David Khayat, uno de los oncólogos más prestigiosos de Francia, se convirtió en uno de los mayores bestsellers mundiales al proponer al lector unas pautas y listados de alimentos cuyo consumo conseguiría reducir considerablemente el riesgo de padecer determinados tipos de cáncer. Esta semana, Treinta Minutos ofrece el reportaje “Qué comer para esquivar el Cáncer” donde se explica de forma práctica qué alimentos deben formar imprescindiblemente de nuestra cesta de la compra: brócoli, tomate, granada, limones, cúrcuma, fibra y té verde no deberían quedar fuera del carrito en el supermercado; de hecho: la ingesta de algunos de estos alimentos, siempre bajo control médico, puede incluyo aminorar las células malignas en pacientes que ya han sido diagnosticados de la enfermedad.
¿Por qué en determinadas culturas del mundo tienen menos incidencia determinados tipos de cáncer? En la India, por ejemplo, las especias han propiciado que la aparición de tumores en el aparato digestivo sea mucho menor que en otras partes del mundo. Otro ejemplo: el Té verde ejerce de potentísimo protector antitumoral del estómago en aquellas sociedades que, como la marroquí, lo incluyen en su dieta dos o más veces al día. Treinta Minutos ha rastreado todos y cada uno de los alimentos cuyas propiedades han demostrado probada eficacia antitumoral, como el brécol, imprescindible contra los tumores de próstata, o el cacao puro, con un elevadísimo poder antioxidante, o la col fermentada, el pescado azul, el tomate frito, el vino tinto (consumido siempre con moderación)…
Para la elaboración de “Qué comer para esquivar el Cáncer” Treinta Minutos ha visitado el Instituto Madrileño de Estudios Avanzados (Rama de Alimentos), dependiente de la Comunidad de Madrid. Allí se está realizando un estudio con más de 500 voluntarios a los que se ha monitorizado en sus hábitos alimentarios de cara a extraer patrones que puedan arrojar datos sobre la prevención del cáncer.
Cristina Bascones, Odontóloga Especialista en Medicina Oral, explica una parcela de su trabajo poco conocida desconocida; la prevención contra el cáncer comienza en la consulta del dentista: esto es así porque determinados alimentos tienen una relación directa con la aparición de cáncer en la boca. Por ello –explica la doctora Bascones- los correctos protocolos de cepillado e higiene buco dental trascienden la simple estética para convertirse en importantes herramientas preventivas.
La Nutrigenómica es otra parcela en que relaciona la alimentación con la aparición del Cáncer: la importancia de los genes es determinante, sí, pero lo que comemos también puede generar mutaciones no deseadas con el paso del tiempo. De hecho -explican los científicos- muchos tumores permanecen latentes durante decenios sin dar la cara: una pauta alimentaria incorrecta y acumulativa o una caída de defensas puede propiciar su proliferación y expansión.
La catedrática de Medicina de Salud Pública, Elisa Calle, interviene en el reportaje explicando por qué determinados alimentos contienen tantas propiedades anticancerígenas mientras que otros son exactamente lo contrario: bombas de relojería en potencia. Carnes Rojas, precocinados consumidos indiscriminadamente, productos cocinados a altas temperaturas en barbacoa, salsas ricas en grasas saturadas, son agresiones poco deseables que pueden tener, a la larga, consecuencias fatales. En cambio, una ingesta de fruta de como mínimo medio kilo diario ejerce como un potentísimo factor de protección en la futura aparición de tumores.
Otra de las líneas de investigación que rastrea el reportaje “Qué comer para esquivar el Cáncer” advierte de cómo los hábitos culturales alimentarios y la genética están ligados: el organismo de un ciudadano norteamericano que llegue a España puede tener rechazo a elementos para nosotros indispensables, como el aceite de oliva; y, por lo mismo: un ciudadano español que emigre a Japón ha de tener precauciones a la hora de adaptarse a una dieta primordialmente basada en el pescado, el arroz y la soja. Es decir: siendo todos los productos antes citados muy saludables están adaptados a unos patrones genéticos y culturales adquiridos a largo plazo.