Ya lo dijo el presidente del Sevilla, José María del Nido: para el Real Madrid ha sido una desgracia enfrentarse al Sevilla en las semifinales de la Copa del Rey. Desde hace unas temporadas, los aficionados hispalenses reciben de uñas al equipo blanco.
La rivalidad creció en gran parte debido al enfrentamiento de 2004, que terminó con Zidane expulsado y con Jorge Valdano visitando el vestuario arbitral para pedir justicia e igualdad para los dos equipos. A partir de aquí, el Real Madrid ha sido declarado non grato cuando visita en Sánchez Pizjuán.
La venta de Julio Baptista y de Sergio Ramos a los madridistas y las declaraciones de jugadores como el central Pablo Alfaro y Javi Navarro y, sobre todo, la secuencia de perlas del señor Del Nido convierten el estadio del Sevilla en un pequeño infierno cada vez que los vistan los blancos, que por coincidencia de colores tienen que lucir aquí su uniforme azul o negro.
La última campaña publicitaria con jugadores sevillistas convertidos en ardorosos guerreros es un intento más de conseguir un público caliente, animoso con los de casa y hostiles con el enemigo madridista. Hoy el equipo local ha entrenado con una pancarta gigante a la vista que rezaba "Nosotros somos los grandes". Quizás aquí podamos encontrar parte de la explicación de por qué en Sevilla no quieren ni ver al Real Madrid.