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Rafa Nadal, número uno del mundo, se clasificó para su novena final de Roland Garros, en la que se medirá con el serbio Novak Djokovic, tras derrotar al británico Andy Murray por 6-3, 6-2 y 6-1 en una hora y 40 minutos.

Nadal sumó su victoria número 65 en la arcilla de París, la 34 consecutiva desde que en octavos de final de 2009 cosechó contra el sueco Robin Soderling su única derrota en este torneo.

El número uno del mundo logró así su clasificación por vigésima vez para una final de Grand Slam, de las que ha ganado 13, una menos que el estadounidense Pete Sampras y cuatro menos que el suizo Roger Federer.

"Hoy he jugado mi mejor tenis de todo el torneo, estoy muy emocionado por poder disputar una novena final en esta pista tan especial para mi", señaló el mallorquín desde la pista.

"No sé lo que significa jugar una novena final, no me había pasado antes, pero puedo decir que es un sueño estar en Roland Garros. Cada día que paso aquí es especial, desde que comencé hace diez años", indicó.

NADAL PODRÍA CONVERTIRSE EN EL PRIMERO QUE GANA NUEVE VECES EL MISMO GRANDE

El domingo puede convertirse en el primer hombre que gana nueve veces el mismo grande, lo que, además, le permitiría conservar el puesto de número uno del mundo, que perdería en beneficio de Djokovic si éste le derrota.

El serbio logró clasificarse por segunda vez para la final del único Grand Slam que no ha ganado, tras derrotar al letón Ernests Gulbis, 18 del ránking, por 6-3, 6-3, 3-6 y 6-3.

La final de mañana será el partido esperado por todos desde el principio del torneo, el duelo entre los dos mejores del mundo, los dos tenistas más en forma del circuito.

Nadal no dio ninguna opción a Murray, un jugador que nunca ha llegado a la final de Roland Garros y que en el pasado Masters 1.000 de Roma le puso en más aprietos que en la semifinal de París.

Si entonces logró arrancarle el primer set, en la Philippe Chatrier, con un sol que caía a plomo, condiciones perfectas para el español, el escocés se derritió y ni siquiera llegó a disponer de una bola para arrebatar el servicio a su rival.

Fue uno de los duelos más fáciles de Nadal en esta edición del torneo. Duró una hora y 40 minutos, seis más que el disputado contra el serbio Dusan Lajovic, un inexperto jugador de 20 años.

EL MALLORQUÍN SIEMPRE LLEVÓ LA INICIATIVA

El partido fue un monólogo de Nadal, que no dejó ni rastro de los problemas de espalda que viene acusando desde su debut en París. Su saque fue perfecto, su juego medido y preciso, y su actitud, la de siempre.

Todo lo contrario que Murray, que acusó el calor y la fatiga acumulada, puesto que hasta llegar a la final había pasado en la pista 4 horas y media más que Nadal, con dos eliminatorias superadas en cinco sets, mientras que el español solo había cedido una manga en cuartos contra su compatriota David Ferrer.

En esas condiciones, el partido apenas tuvo historia. Comenzó sirviendo el español porque Murray eligió restar, algo que Nadal suele elegir cuando gana el sorteo. Pero el guión fue el mismo, porque el español se anotó su servicio y, al siguiente, rompió el saque de Murray.

Sin problemas, aguantó la ventaja hasta el final de la manga. En la segunda, la rotura se produjo en el tercer juego, confirmada posteriormente en el sexto.

La tercera manga fue una tortura para el escocés, que entendió que ya no tenía opciones de remontada. Nadal quebró en el tercero, en el quinto y en el séptimo y definitivo juego.

Nadal y Djokovic dirimirán su duelo 43. Hasta el momento, el español ha ganado 22, por 19 del serbio. En partidos de Grand Slam se han medido en once ocasiones, con ocho triunfos de Nadal, tres de ellos en finales.

Será su tercer duelo consecutivo en Roland Garros, donde siempre ha ganado el español, el año pasado en semifinales y hace dos en la final.