El Real Madrid ha goleado (5-2) al APOEL Nicosia en un partido ora exasperante ora frenético, pero que pone de manifiesto que los blancos como se sienten cómodos y resultan más peligrosos es atacando y buscando la portería rival sin mayores dilaciones, pero que le sirve para pasar a las semifinales donde aguarda el siempre temible Bayern de Múnich.
Los pupilos de José Mourinho se imbuyeron de la tormenta que azota la capital de España y saltaron al terreno de juego como un vendaval, dispuestos a agradar a su afición que en una noche desapacible en lo climatológico y en vísperas de una semana festiva, acudió al Santiago Bernabéu a arropar a sus jugadores. Como resultado de ese torrente de juego e ilusión, los blancos gozaron de varias acciones consecutivas para romper el resultado inicial.
Sin renunciar al ataque, la frontalidad con que lo intentaban los de Concha Espina, con la única salvedad de Marcelo, supuso una merma en el número y la peligrosidad de las oportunidades que protagonizaron los futbolistas blancos. De hecho, hasta el minuto 25, la vez que más cerca estuvo el Real Madrid de perforar la portería de Pardo fue de Cristiano, de cabeza tras un saque de una falta lateral.
Poco después, una de las escasas oportunidades en que los chipriotas salieron de la "cueva", Granero capitaneó excepcionalmente un contraataque, abrió el juego a un omnipresente Marcelo para que el brasileño sirviese en bandeja de plata una pelota que se paseó a escasos centímetros de la línea de gol, a la que no llegó ni Higuaín ni el propio "pirata", pero que sí cazó, con esa ansia y esa voracidad de gol que le caracteriza, Cristiano Ronaldo para abrir la cuenta local.
Cuando el Madrid ralentizó su circulación de balón, ya calmadas las ansias del primer gol que sentenciaba definitivamente la eliminatoria, comenzó a emerger la figura de Kaká. En torno a la media hora de juego, el brasileño agarró un balón y sin pensárselo, buscó la puerta, yéndose por muy poco la pelota fuera de la meta. Apenas tres minutos después, el mediapunta intentó el mismo disparo en idéntica posición, el balcón izquierdo del área rival, para batir, esta vez sí, a Pardo.
No contento con ello, un par de minutos después de su tanto, Kaká estampó un disparo en la cepa del poste del conjunto de Ivanovic, para reivindicar su figura en la que hasta el momento está siendo su mejor temporada desde que fichase por la entidad de Chamartín. Antes del descanso, el APOEL se acercó a las inmediaciones del área defendida por Iker Casillas, en un partido que, paradójicamente, creó más peligro que en su estadio.
SEGUNDO TIEMPO DE LOCOS
Conscientes de tener los deberes hechos, los blancos se relajaron en la segunda parte. No obstante, el esférico tuvo un claro color local durante el transcurso de los segundos 45 minutos, ante el conjunto de Jovanovic, que se limitó a encerrarse en su área, incapaz de trenzar alguna jugada de peligro o siquiera de mantener la posesión del balón.
El aletargamiento del equipo de Mourinho se dejó notar en el equipo rival, puesto que ante la pasividad de los blancos, se creció y comenzó a entrar en contacto con la pelota como no lo había hecho en toda la eliminatoria. Fruto de esa mejoría chipriota, llegó un inesperado tanto visitante, tras una serie de triangulaciones en centro del campo que dieron con Manduca sólo ante Casillas, para definir con una tranquilidad pasmosa, haciendo el gol de la honra para el APOEL.
Los blancos no supieron reaccionaron al tanto rival, por lo que el conjunto amarillo se vino arriba y en un barullo en el área, un despeje de Sergio Raos y una internada de Solari caído a banda, pudieron empatar el partido. Con anterioridad, el técnico madridista dio entrada al césped a Di María, un jugador tan eléctrico y desequilibrante que acusó en exceso el tiempo de inactividad por lesión y no pudo aportar nada a su equipo.
Cuando peor pintaban las cosas para su equipo, de nuevo Cristiano Ronaldo se sacó de la chistera una genialidad. En una falta escorada a la banda izquierda, el luso mandó un auténtico zapatazo a la escuadra contraria, ante la que nada pudo hacer Pardo. Acto seguido, Callejón entró por el carril del "11" para, tras desmarcarse de su par, batir por bajo al meta rival.
Sin tiempo para vacilaciones, el APOEL puso a prueba a Altintop, al que tras una serie de variaciones tácticas, Mourinho había situado de lateral izquierdo. Inexperto en las lides propias de la demarcación, el turco cometió un penalti que Solari se encargó de transformar.
Sin tiempo para que el Bernabéu torciese el gesto, Di María encaró la portería y ante su soledad frente a una zaga repleta de efectivos chipriotas, vio al portero adelantado y desde la frontal ejecutó una magistral vaselina que redondeó el marcador. Con el 5-2, el Real Madrid demuestra su pegada y sus defectos defensivos, pese a los cuáles, ya está en semifinales de la Copa de Europa, donde protagonizará un nuevo episodio de la rivalidad histórica que mantiene con el Bayern de Múnich.