El Real Madrid enterró en Vigo, en la penúltima jornada de la Liga, sus opciones al título en un torneo marcado por sus malos resultados en los duelos directos ante Atlético de Madrid y Barcelona, en el que se ha dejado llevar tras conquistar Múnich en Liga de Campeones, con dos puntos de los nueve últimos en el momento en el que todo se decide.
Fulminar la maldición de Múnich y tener al alcance de la mano la deseada Décima Copa de Europa para el madridismo, han provocado en la plantilla de Carlo Ancelotti un cambio de actitud que le hizo tirar por tierra todo el trabajo de una campaña en Liga.
DE LA EXHIBICIÓN E MUNICH A BAJR LOS BRAZOS
Desde la exhibición en semifinales de Liga de Campeones, las lesiones de jugadores importantes se han sucedido y en la balanza ha pesado más la gran final de Lisboa que apurar las opciones ligueras sin confianza en el fallo de sus rivales, Atlético de Madrid y Barcelona. Cuando han llegado, el Real Madrid ya no tenía opciones.
Porque jugó confiado en el cansancio del Valencia, tras su varapalo europeo, y se encontró con un empate en el Santiago Bernabéu el día que Cristiano Ronaldo se topó con un muro llamado Diego Álves (2-2). La ausencia del portugués fue una losa en Valladolid, donde con el triunfo en la mano acusó un bajón de concentración y acabó viendo como el colombiano Osorio empataba con un testarazo (1-1).
Y ya sin fe en la Liga, por un partido para el olvido en Balaídos ante un Celta de Vigo superior en fútbol e ilusión. El doblete del brasileño Charles, con regalos de Sergio Ramos y Xabi Alonso, es una muestra de la distancia en el nivel competitivo del Real Madrid comparado al partido perfecto del Allianz Arena.
Pero la Liga se perdió para el Real Madrid en los duelos directos entre los candidatos al título. El primer traspié llegó en Villarreal, en el debut de Gareth Bale en la jornada 4. El empate a dos salvó la mala imagen de un equipo que comenzó a variar el estilo con el que llegó Ancelotti por las cualidades de jugadores como el galés, Cristiano Ronaldo o Ángel Di María, veloces pero menos asociativos del fútbol que prometió el italiano.
PIERDE LOS DUELOS CON ATLETI Y BARÇA
En la séptima jornada llegó el primer duelo directo. El Atlético de Madrid sacó provecho de un Real Madrid a medio hacer y conquistó el Santiago Bernabéu (0-1). La imagen fue mucho mejor en el décimo capítulo liguero, pero los de Ancelotti de nuevo caían ante un equipo con el que se disputaría el puesto en la visita al Camp Nou (2-1).
La reacción madridista se cortó en Pamplona con Osasuna (2-2). Y es a domicilio donde dejó más tropiezos. Empate en el nuevo San Mamés ante el Athletic Club (1-1) y de nuevo un duelo directo que no superaba. El 2-2 del Vicente Calderón alimentó la leyenda de que Ancelotti no podía con rivales de su grandeza. La destrozó en Liga de Campeones y Copa del Rey, donde apeó al Atlético de Madrid en semifinales y pudo con el Barça en la final de Mestalla.
Pero en Liga nunca se lo quitó de encima y acabó completando un torneo discreto por perder el clásico del Bernabéu ante el Barcelona (3-4), el día que pudo dar un paso de gigante como líder hacia el título y resucitó a sus rivales. Esa derrota se encadenó con el varapalo del Sánchez Pizjuán ante el Sevilla (2-1) y los madridistas pasaron de ver como podían encarrilar la Liga a ser el tercero en discordia.
Pasó a depender de Atlético de Madrid y Barcelona y ha sido un papel que no ha sabido interpretar. El desgaste de la semifinal de Liga de Campeones y la euforia desatada tras vapulear al vigente campeón, el Bayern, han sido malos compañeros de viaje.
El Real Madrid apostó todo a la Champions y jugó a menor intensidad en Liga para firmar su peor racha de la campaña. Un punto de los últimos nueve y nada que decir en el último capítulo. El Camp Nou decidirá el campeón.