El Pozuelo Rugby Unión es nuevo equipo de la División de Honor del rugby español. El conjunto madrileño, bajo la dirección técnica de Jose Antonio Barrio, se hizo acreedor a un ascenso que perseguía desde que perdiera su status en la elite (temporada 2015-16) tras aguantar con entereza y oficio los persistentes embates de un Pasek Belenos que no cejó en su empeño por remontar la abultada desventaja que se trajo del Valle de las Cañas hace un par de semanas.
El 34-19 logrado por los pupilos de Pablo Artime al final de los 80 minutos fueron insuficientes para rubricar una gran campaña con el primer ascenso de su historia.
Arropados por más de 1.000 espectadores que llenaron de color las gradas del Muro de Zaro (donde también hubo una nutrida presencia de hinchas visitantes), la escuadra asturiana tocó arrebato nada más iniciarse el choque, buscando desde los primeros compases la línea de 22 de los madrileños tratando de hostigar con una sucesión de fases ofensivas su línea defensiva.
Dos golpes de castigo transformados por Bruno Heit, en el primer cuarto de hora, fue el escaso botín obtenido por un Belenos que no daba con la llave para taladrar la pétrea retaguardia de los de Yunque y empezar a sumar de a cinco, única fórmula válida para obrar el milagro de levantar los 27 puntos de diferencia que Pozuelo le había endosado en el encuentro de ida.
Logrado el objetivo de poner freno al ímpetu inicial de los locales, el XV madrileño dio un paso al frente y empezó a rondar con asiduidad la 22 asturiana. Una certera patada de Santi Ortega, infalible toda la mañana con el pie, recortó el 6-0 del arranque, preludio del primer golpe de efecto de los Piratas que, en forma de posado, llegaba en el estertor del acto inicial con una escapada de Alex Pérez que, junto con la conversión de Ortega, mandaba a ambos equipos a reponer fuerzas con ventaja para los del oeste de la capital (6-10).
Los 31 puntos que tenía en esos momentos de renta Pozuelo parecían ya una barrera absolutamente insalvable para los astures. Nada más lejos de la realidad. El conjunto blanquiazul regresó al verde del Muro de Zaro como alma que lleva el diablo y en cuestión de 12 minutos llevó a sus incondicionales del más absoluto pesimismo a la esperanza de que el ‘sí se puede’ que entonaban en los graderíos desde el pitido inicial llegase a buen puerto.
La culpa la tuvieron tres marcas casi seguidas (Tomás Domínguez, Fede Parnas y Tsotne Tchumburidze), y sus correspondientes conversiones (todas de Bruno Heit), que llevaron los guarismos hasta un 27-10, con casi media hora de partido por delante.
Pese a esos momentos de desconcierto tras el paso por vestuarios, los madrileños no tardaron en recomponerse, a sabiendas de que un ensayo local más pondría en serio peligro el fantástico resultado con el que habían viajado al norte del país.
De nuevo, fue Santi Ortega quien aplacó el vendaval avilesino con dos golpes de castigo en cinco minutos. El choque entró entonces en una fase de equilibrio, en la que Pozuelo tiró de experiencia para contener sin demasiados sufrimientos hasta la recta final las tentativas locales por vulnerar por cuarta vez su muro defensivo.
Fue ahí cuando Belenos, ya a la desesperada, echó el resto con la idea de morir matando. Una acción de ataque con numerosas fases sobre la línea de 5 del PRU se saldó con el posado de Rico que, junto a la enésima transformación de Heit, aumentaba a 18 unidades la diferencia en favor del cuadro blanquiazul, con 9 minutos aún por disputarse.
La respuesta forastera, otra vez con la firma de Ortega, no se hizo esperar y su patada lejana entre la H asturiana terminó por enfriar definitivamente los ánimos de un Belenos que, cuando menos, cerró la temporada sin perder un solo encuentro en su estadio y dándose el gusto de batir al campeón de la DHB.