El próximo sábado, a las 22.00 horas, tendrá lugar en el estadio de la Cartuja un clásico (el penúltimo de la temporada) que marcará un antes y un después en la temporada de Real Madrid y FC Barcelona. Ambos contrincantes llegan a la final de la Copa del Rey atravesando dinámicas ciertamente opuestas.
Mientras el Barça, con Flick, ha logrado interiorizar un estilo de juego muy reconocible y mantener la regularidad de la que carecía en temporadas anteriores; el Real Madrid, a priori favorito a todo tras el fichaje de Mbappé, sigue sin explotar el potencial de sus estrellas y camina a la deriva a la espera de que sus líderes acaben dando un paso al frente para salvar la presente campaña.
El gran favorito es, sin lugar a dudas, el FC Barcelona. Pero veamos qué argumentos tiene la afición madridista para confiar en volver a Cibeles este mismo fin de semana.
En primer lugar, precisamente ese favoritismo culé juega en favor de los blancos. Puede resultar paradójico, pero es un hecho objetivo. El Real Madrid, a lo largo de la historia, siempre ha cosechado mejores resultados y completado hazañas históricas cuando todo jugaba en su contra.
Asimismo, los últimos precedentes ofrecen ilusión al madridismo. Las últimas dos finales de Copa del Rey que enfrentaron a merengues y blaugranas tuvieron al conjunto madrileño como campeón.
El cabezazo de Cristiano en Mestalla en 2011 y la icónica carrera de Bale en ese mismo escenario allá tres años más tarde, condujeron el trofeo del K.O. hacia las vitrinas de Chamartín.
Finalmente, cabe destacar que los últimos encuentros de los muchachos de Flick no generan ni mucho menos el miedo que podría provocar el resto de la temporada culé.
El conjunto azulgrana ha demostrado capacidad de remontar y ha hecho gala de su fondo de armario, es cierto. Pero los espacios a las espaldas que dejó contra el Celta y la falta de acierto y efectividad ante el Mallorca, por no hablar de la derrota ante el Dortmund, dejan patente que no estamos ante un equipo invencible.
No obstante, por muchos motivos que encuentre la parroquia merengue para confiar en los suyos, lo cierto es que la última palabra la tendrán los jugadores sobre el verde.
Ante el Arsenal, la marea blanca se movilizó en masa para desplegar un ambiente espectacular y llevar en volandas a los suyos hacia una remontada que jamás llegó a producirse.
En la final de Copa, los blancos tienen ante sí la oportunidad de recompensar a su afición o, por el contrario, apagar definitivamente sus ilusiones. Los argumentos futbolísticos son escasos, pero este equipo ha demostrado ser capaz de todo.
Cuando las manecillas peninsulares marquen las 22.00 horas del sábado, De Burgos Bengoetxea haga sonar su silbato y el esférico eche a rodar, los favoritismos desaparecerán, las dinámicas quedarán olvidadas durante 90 Ó 120 minutos y los dos mejores equipos a nivel nacional ofrecerán un auténtico espectáculo futbolístico.