Cada año se registran unos 130.000 casos de ictus en España. Existe un protocolo de actuación denominado "código ictus", que prioriza los cuidados y el traslado de un paciente que puede estar sufriendo un infarto cerebral. Y es que cada minuto que pasa desde que aparecen los primeros síntomas es fundamental, puesto que puede suponer la pérdida de neuronas que posteriormente dejen secuelas de diversa consideración.
Sin embargo, este protocolo sólo se aplicaba en adultos. Paloma Pastor, delegada en Madrid de Hiru Hamabi, la Asociación de Daño Cerebral Adquirido Infantil, lleva luchando desde 2011 para que el código ictus se amplíe también a menores. Entonces su hijo Mahesh sufrió un accidente al caer por un precipicio de 20 metros de altura. Además de los graves traumatismos que sufrió, la caída le causó una serie de secuelas físicas y neurológicas, y en el momento de comenzar la rehabilitación, sus padres detectaron un déficit en la atención a los niños con daño cerebral.
Tras obtener en los tribunales una sentencia que declaraba el derecho del menor a ser atendido por el sistema público de salud, ahora la Asamblea de Madrid ha aprobado una proposición no de ley para la ampliación del código ictus a niños. Gracias a los esfuerzos de la familia, hoy Mahesh es un niño con una calidad de vida razonable.
El doctor Pedro de Castro, neuropediatra en el hospital Gregorio Marañón y coordinador del grupo de trabajo del ictus pedriátrico en la Sociedad de Neurología Pediátrica, ha recordado la importancia de contactar con los servicios de emergencia ante los síntomas de un ictus: pérdida de habla, pérdida de fuerza en las extremidades, parálisis facial parcial o total o pérdida de visión. Además, en niños pueden darse ataques epilépticos, que a la larga pueden producir secuelas motoras permanentes, visuales, de aprendizaje, o de déficit cognitivo.