La ONU pide una investigación internacional sobre la represión en Libia

La mayoría de las instituciones y dirigentes mundiales se muestran indignados ante las informaciones que llegan de LIbia. La ONU habla de crímenes de guerra y su Consejo de Seguridad mantuvo una reunión extraordinaria a puerta cerrada para abordar la situación.

La brutal represión del régimen libio ha llevado a la ONU a pedir hoy, a través de su alta comisionada para los derechos humanos, Navi Pillay, una investigación internacional.

"La insensibilidad con la que las autoridades libias y sus empleados armados disparan ráfagas de proyectiles contra manifestantes pacíficos es inconcebible", dijo Pillay, que habló abiertamente de crímenes contra la Humanidad.

Previamente, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, había expresado su preocupación por el rápido deterioro de la situación y había pedido a Gadafi, con el que conversó telefónicamente, el cese inmediato de la violencia y el respeto del pueblo libio.

Ante "la interpretación que el líder libio le dio de los eventos y la respuesta de las autoridades", Ban "subrayó la necesidad de asegurar la protección de la población civil bajo cualquier circunstancia".

Los países europeos continuaron con los planes para repatriar a sus ciudadanos, sin ahorrar críticas a la represión desencadenada por el régimen libio, mientras las empresas energéticas occidentales que operan en el país reducían o suspendían la producción de petróleo y de gas, en medio de la escalada del precio del crudo.

Paralelamente, el Consejo de Seguridad de la ONU decidió celebrar este martes una reunión abierta a todos los miembros del organismo internacional sobre la situación de Libia y escuchar qué ocurre allí por voz de sus representantes.

Fuentes diplomáticas indicaron que al mismo tiempo se negocia que el Consejo, que este mes preside Brasil, emita algún tipo de declaración sobre los sangrientos sucesos acaecidos en el país magrebí.

A las críticas hacía el régimen de Gadafi, se unieron reflexiones de fondo como la del presidente ruso, Dmitri Medvédev, quien alertó sobre la posible desintegración de los países árabes y la eventual llegada al poder de fanáticos, lo que, a su juicio, desembocaría en "décadas de convulsiones".